El Palacio de los Normandos resume buena parte de la historia de Sicilia y del Mediterráneo. Pocos lugares tan pequeños portan tanta carga de los pueblos y culturas que constituyen la Europa del Mestizaje.
De la vieja clepsidra que medía el tiempo inmemorial solo queda la placa de piedra trilingüe: latín, griego y árabe. Las tres lenguas cultas usadas en la isla y que la convirtieron en el segundo gran foco de las traducciones, las que iban a saciar la demanda europea en su primer renacimiento de los siglos XII y XIII.
La joya del palacio es la Capilla Palatina, cuyos mosaicos dorados compiten en belleza con la próxima Catedral de Monreale. En el Año Internacional de la Luz no puede faltar ese momento tremendo del Hágase la luz del Génesis. El mundo es concebido con un plan y su diseño es matemático.
El Palacio fue usado como Observatorio Astronómico, sus cúpulas se alzan majestuosa, aunque lamentablemente el Museo de la Specola está cerrado sin fecha de reapertura. Como hemos citado anteriormente: el Príncipe del Gatopardo ve en la estabilidad de los cielos la propia esencia de una Sicilia donde todo cambia para que todo permanezca.