Desde bien pequeña, Matilda Wormwood muestra claros signos de poseer una inteligencia verdaderamente asombrosa. Sin embargo, en su familia parecen no darse cuenta de las maravillosas habilidades de la niña, y mientras que el señor y la señora Wormwood se dedican a sus quehaceres diarios (jugar al bingo, vender coches robados, etc.), ella aprende, a muy temprana edad y por sí misma, a leer, a realizar las tareas domésticas e incluso a salir de casa y llegar a la biblioteca, donde devora libro tras libro. Así pues, cuando sus padres por fin deciden llevarla a la escuela, Matilda está mucho más avanzada que sus compañeros. Allí conocerá a su mejor amiga, Lavender, y a su amable profesora, la señorita Honey, que apoyará a Matilda y la ayudará a desarrollar sus capacidades. Pero no todo puede ser bonito: la directora del colegio, la señorita Trunchbull, es una mujer cruel y poco comprensiva para la que los niños no valen absolutamente nada y no tienen derecho alguno. Será al descubrir Matilda sus extraños poderes cuando las cosas comiencen a mejorar.
El inigualable reparto encabezado por una jovencísima Mara Wilson en el papel principal y respaldada por grandes de la escena como Danny DeVito (que además dirigió la película), Rhea Perlman, Embetz Davidtz o la veterana Pam Ferris, otorgó al proyecto una calidad y calidez difíciles de superar que no decepcionó a los lectores de la novela de Dahl. Cabe destacar la profesionalidad y entereza de la carismática actriz protagonista, a la que pudimos ver en películas como Señora Doubfire, Milagro en la Ciudad o El Hada Novata: durante el rodaje del título que nos ocupa perdió a su madre, víctima de una larga y dolorosa enfermedad. Sin embargo, eso no le hizo perder la encantadora sonrisa que ofreció en pantalla interpretando su papel.
Sin lugar a dudas, Matilda fue una película de la que tanto grandes como pequeños pudieron, pueden y podrán disfrutar.