Esta es la segunda vez que abandono la lectura de esta novela -las razones no las sé, en todo caso no encontré por qué continuarla ahora-, esta vez colgada contra las rejillas del balcón, tal como en la foto. El protagonista ha decidido a abandonar a su amante, una mujer mayor, llamada Matilde, con quien empezó una relación de manera casual y rápidamente terminaron viviendo juntos, ella completamente enamorada, él no tanto. Según la contratapa el hombre, que se llama Emilio, la abandonó. 55 páginas leídas. Creo estar seguro de que ocurrió así, sin embargo ese "no la ama pero no la puede abandonar" de la contratapa me hace dudar. Levemente, pero es duda al fin. Uno debe confiar en sus lecturas, no en las de los demás. No me parece correcto que dependamos de lo que digan los demás sobre los libros que leemos; aunque lo hagan en las contratapas; incluso me parece indicado desconfiar de lo que diga un autor sobre sus libros -no suele ser más que alarde y vanidad y sinsentido-, y por supuesto hay que desconfiar de lo que dicen sobre el libro en el mismo libro, en los arranques de autoconciencia del narrador (una actitud por lo demás completamente molesta). Emilio abandonó a Matilde y yo abandoné el libro. Las razones, no las sé. Lo más probable es que no haya encontrado razones para continuar leyéndolo. De todas maneras, es un riesgo muy grande narrar abandonos, puesto que habilitan al lector a tomar medidas similares. Ciertas palabras como cansancio, hartazgo, aburrimiento y símiles, habría que desterrarlas de los libros pues llaman a sentir y, en ocasiones, actuar en consecuencia. Un buen personaje debe estar más o menos todo el tiempo feliz y ser activo, ir para adelante, decir cosas como "no me para nadie" o así. Si el libro se llama Matilde y Emilio la abandonó, por qué razón yo no iba abandonar también al libro (a Matilde). Es, en todo caso, abandonable. Quizá sea esa la explicación. Espero poder retomar pronto la lectura y saber lo que ocurre en esta relación de Matilde y Emilio (alter ego del lector). Saludos
Esta es la segunda vez que abandono la lectura de esta novela -las razones no las sé, en todo caso no encontré por qué continuarla ahora-, esta vez colgada contra las rejillas del balcón, tal como en la foto. El protagonista ha decidido a abandonar a su amante, una mujer mayor, llamada Matilde, con quien empezó una relación de manera casual y rápidamente terminaron viviendo juntos, ella completamente enamorada, él no tanto. Según la contratapa el hombre, que se llama Emilio, la abandonó. 55 páginas leídas. Creo estar seguro de que ocurrió así, sin embargo ese "no la ama pero no la puede abandonar" de la contratapa me hace dudar. Levemente, pero es duda al fin. Uno debe confiar en sus lecturas, no en las de los demás. No me parece correcto que dependamos de lo que digan los demás sobre los libros que leemos; aunque lo hagan en las contratapas; incluso me parece indicado desconfiar de lo que diga un autor sobre sus libros -no suele ser más que alarde y vanidad y sinsentido-, y por supuesto hay que desconfiar de lo que dicen sobre el libro en el mismo libro, en los arranques de autoconciencia del narrador (una actitud por lo demás completamente molesta). Emilio abandonó a Matilde y yo abandoné el libro. Las razones, no las sé. Lo más probable es que no haya encontrado razones para continuar leyéndolo. De todas maneras, es un riesgo muy grande narrar abandonos, puesto que habilitan al lector a tomar medidas similares. Ciertas palabras como cansancio, hartazgo, aburrimiento y símiles, habría que desterrarlas de los libros pues llaman a sentir y, en ocasiones, actuar en consecuencia. Un buen personaje debe estar más o menos todo el tiempo feliz y ser activo, ir para adelante, decir cosas como "no me para nadie" o así. Si el libro se llama Matilde y Emilio la abandonó, por qué razón yo no iba abandonar también al libro (a Matilde). Es, en todo caso, abandonable. Quizá sea esa la explicación. Espero poder retomar pronto la lectura y saber lo que ocurre en esta relación de Matilde y Emilio (alter ego del lector). Saludos