Pregúntele usted a quien recuerde la España de los años 1940 cómo actuaban las hordas de falangistas para imponer en las escuelas catalanas y gallegas “el idioma del Imperio” y al elegir niños como espías para denunciar a los maestros que hablaran en los idiomas locales.
Era algo diferente en el País Vasco: hasta la unificación idiomática del euskera batúa, en 1982, en zonas con distintos dialectos tenían que entenderse en castellano.
Ahora crecen las exigencias de nacionalistas, con agresivas hordas secesionistas que, donde debería cultivarse el bilingüismo amable, intimidan para imponer el antiguamente oprimido “idioma patriótico”: Cataluña, Baleares y Galicia, aunque antes el retorno al fascismo identitario había tomado nueva forma en Euskadi con el terrorismo de ETA.
Está convirtiéndose en hábito que los fascionacionalistas acosen en masa y con agresividad creciente a los no nacionalistas electros democráticamente.
Las víctimas, los presidentes autonómicos de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, y de Baleares, José Ramón Bauzá, que pretenden equilibrar la enseñanza de las lenguas autonómicas y el castellano.
Mientras el himno español se silba aunque no tiene letra, los neofascistas exigen respeto a los regionales: los catalanistas multiplican su canto patriótico que amenaza con “buen golpe de hoz” para cortar cabezas castellanas; en Galicia se reafirman cuando su himno ataca a los “imbéciles y oscuros”, pueblos no célticos, aparentemente.
En Euskadi el Eusko Gurariak llama a los guerreros-gudaris a la guerra de liberación, también contra “el fascismo” español.
Genes heredados del mismo fascismo: muchos de estos nacionalistas descienden de los primeros falangistas, aunque ahora no están amparados por una dictadura militar sino por una democracia extrañamente tolerante con su matonismo.
Para las víctimas de sus persecuciones, y para quienes aún recuerdan los 1940, sus provocaciones repiten las de entonces, y su mejor símbolo es el etarra De Juana Chaos, 25 asesinatos, antiguo militante de Falange y Fuerza Nueva.
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SALAS