Mauricio Schwarz y el complejo antifilosofía

Por Daniel_galarza

M. J. Schwarz meditando.

"La distinción que se ha indicado entre ciencia y filosofía de la ciencia no es rígida. Se basa en una diferencia de intención más que en una diferencia de objeto... No es probable que el científico que ignora los procedentes en la evaluación de teorías realice un trabajo adecuado de evaluación de él mismo. Y no es probable que el filósofo de la ciencia ignorante de la práctica científica haga declaraciones agudas sobre el método científico." John Losee.
Si hay un análogo a los acomplejados antifilosofía anglosajones, ese es el periodista científico Mauricio-José Schwarz, un escritor de la primera generación de escépticos hispanoparlantes. Schwarz ha hecho una brillante carrera como divulgador científico; su blog principal de pensamiento crítico, El retorno de los charlatanes, es uno de los sitios web que todo interesado en el escepticismo de habla hispana debe visitar (y disfrutar), siendo una de las mejores y más antiguas referencias sobre el tema en internet (junto a los blogs Magonia, de Luis Alfonso Gámez y Marcianitos verdes, de Luis Ruiz Noguez). En 2017 salió a la venta La izquierda feng shui, libro donde Schwarz denuncia el cáncer de la irracionalidad y el misticismo dentro del activismo de la izquierda política de nuestros tiempos. La izquierda, alguna vez defensora y promotora de los valores de la Ilustración, la ciencia, el progreso y el racionalismo, es hoy día un hervidero de dogmatismo y anticiencia. El proyecto de Schwarz es bastante similar (hasta donde alcanzo a apreciar) a los de otros divulgadores que denuncian la irracionalidad dentro de la izquierda, tales como Mario Bunge, Alan Sokal o Juan José Sebreli: todos ellos (y otros más) han llegado a advertir del peligro de aceptar el discurso del relativismo cultural y el posmodernismo dentro de la izquierda que, en teoría, tendría que ser contraria a este tipo de contra-revoluciones intelectuales que solo han causado daño a los objetivos y la imagen pública de la izquierda, dejando que la derecha se disfrace con piel de oveja, asegurando que abandera la racionalidad y denunciando las tonterías posmodernas.
Por desgracia, aquellas premoniciones pesimistas de izquierdistas-racionalistas que, como Schwarz y como los demás autores ya mencionados advertían, se han cumplido. Hoy en día es bastante común observar cómo ha triunfado la derecha en muchos países donde antes los ideales de justicia social sostenidos, siempre desde la izquierda, habían sido motivo de orgullo. Parte de la culpa de esto es, según parece, de una izquierda debilitada que fantasea con conspiraciones y se aleja de la objetividad necesaria para afrontar los problemas sociales. También se observa cómo la apología de las dictaduras, desde Corea del Norte a Venezuela, es algo común por parte de muchos izquierdistas que piensan que todo es un complot de las multinacionales, de los judíos, de Monsanto, de los EEUU, o de los iluminati.

"Toda aproximación esencialmente filosófica es enemiga de la razón" y otras joyitas 


Aún espero el día en que La izquierda feng shui llegue a México (junto con el libro anterior de este periodista, ¡No, por Dios! Ateísmo para principiantes, publicado en 2015). El pasado 10 de enero la revista cultural La soga publicó en su página una larga entrevista a Schwarz donde el escritor nos platica sobre su libro y sobre la definición de la izquierda. El entrevistador, Juan García Prieto, licenciado en filosofía, no solo se aseguró de hacer las preguntas pertinentes a su invitado, sino que también demostró gran habilidad e inteligencia a la hora de "presionar" a Schwarz, y no tragarse de lleno todo lo que este autor afirmaba. Esto es sobre todo notable luego de la respuesta que le ofrece Schwarz a la hora de preguntarle sobre las fuentes filosóficas y las místico-esotéricas en los movimientos de izquierda feng shui (cabe añadir, un neologismo creado por el propio Mauricio).
Yo creo que toda aproximación esencialmente filosófica es enemiga de la razón. Va a sonar muy raro, pero es así. La filosofía busca un camino hacia el conocimiento desde que nace el ser humano, en los primeros orígenes históricos. Y fracasa espectacularmente hasta el año 1500, aproximadamente. Fracasa espectacularmente. Los pocos avances del conocimiento que se tienen fueron avances debidos al empirismo y algunas observaciones agudas, algunos destellos del método, como la medición de la circunferencia de la tierra de Eratóstenes que sí se aproxima a la ciencia. Pero, básicamente, la filosofía emplea otros métodos.
Asegura Schwarz a su entrevistador. Y continúa:
En el siglo XVI, algunos filósofos como Francis Bacon dan con un método que sí funciona. Que sí que permite estar seguro de que el conocimiento que has adquirido es conocimiento. No es por convicción, no es por convencimiento, no es por las autoridades, no es por la estadística, no es por la dialéctica, no es por la argumentación brillante y la lógica implacable. Es por la demostración práctica de los hechos mediante la observación-experimentación, mediante las matemáticas, etcétera. Por los varios métodos de la ciencia. A mis ojos, en ese momento, los filósofos tienen que decir: «Vale, muchas gracias, me voy a dedicar a la ciencia». O «me voy a dedicar a la sociología», o «me interesan las fuentes del ser humano. Me voy a dedicar a estudiar psicología, neurología y genética evolutiva». Pero una parte de los pensadores dice: «Nada, yo me quedo como estaba, yo sigo especulando». Ya, pero es que no sirve para nada tío. «Ya, pero mola». 
Y entonces tenemos, hasta hoy, un montón de filósofos que uno dice una cosa, el otro dice lo opuesto, los dos son famosos, los dos son importantes, los dos venden libros, no tienes un criterio de verdad para determinar cuál dice la verdad y cuál no, y todos acaban sospechando de la ciencia y queriendo controlarla. A mí me llama muchísimo la atención. Y mis amigos filósofos me odian por esto, debo aclararlo: he perdido amigos por esto; he perdido buenos amigos por esto. Pero creo que toda aproximación eminentemente filosófica es parte de la izquierda feng-shui, es parte de la idea de que puedes entender el universo sin acudir a los métodos de la realidad.
Tuve que leer dos veces esta "respuesta" para convencerme que estaba leyendo bien. Y en efecto, no era un error mío, en tres párrafos pueden apreciarse una cantidad penosa de errores, falsedades e inexactitudes.
Primero nos dice que toda aproximación esencialmente (?) filosófica es enemiga de la razón. La primer pregunta que a uno se le ocurre es ¿a qué se refiere con aproximaciones "esencialmente" filosóficas? ¿Se estará refiriendo a los viejos sistemas filosóficos, de Aristóteles a Marx; a las distintas doctrinas ontológicas y gnoseológicas (como desde el empirismo, el materialismo o el idealismo); o tal vez se refiere a las escuelas idealistas que buscaron crear sistemas "alternativos", contrarias filosofía natural de inspiración newtoniana y al mecanicismo, de finales del siglo XVIII y desarrolladas en el siglo XIX, como fueron las de Fichte, Schelling y Hegel? Por el resto de su respuesta, uno podría inclinarse a pensar que se está refiriendo a aquellas doctrinas que son casi en su totalidad especulativas sin prestar atención al mundo real y al conocimiento producido sobre éste a través de la ciencia. Si ese es el caso (y no lo sé con certeza),  a lo mucho podría ser una afirmación que alcance a un grupo reducido dentro de la filosofía académica, la de los idealistas absolutos y sus descendientes, pero para nada a la filosofía seria o a la filosofía científica que ya en la entrada anterior comentábamos.
Luego nos asegura que en milenios de hacer filosofía, el proyecto de producir conocimientos fracasa hasta el 1500, aproximadamente. Dice, "Fracasa espectacularmente". Si se está refiriendo a todo el conjunto de la filosofía realizada desde los presocráticos hasta inicios del Renacimiento, lo que es en verdad espectacular, es su falta de rigor. En primer lugar, llamar fracaso a la filosofía hecha hasta entonces, para luego decir que sí hubo algunos conocimientos hechos gracias al empirismo (una corriente gnoseológica... o sea, filosofía) es tan contradictorio, una reducción tan absurda de la historia de las ideas que haría reír a cualquier historiador del conocimiento. En las épocas que está señalando este periodista no existía aún la especialidad por ramas del conocimiento, sino que quienes se ocupaban de investigar lo que hoy llamaríamos biología, eran los mismos que hacían matemáticas, que analizaban presupuestos éticos, que especulaban sobre la estructura del cosmos y que criticaban los sistemas políticos imperantes: es decir, eran conocidos como filósofos, y de hecho, hubo mucho, muchísimo conocimiento producido a partir de las investigaciones de estos filósofos. Es cierto, no hay una comparación de las hipótesis cosmológicas, médicas, psicológicas, políticas o biológicas de esos entonces con el grueso de conocimientos alcanzado hoy en día, gracias a que muchas de esas disciplinas se han independizado, especializado y madurado, componentes inalcanzables en tiempos anteriores. Pero no parece ser que Schwarz se esté refiriendo a nada de esto, sino que busca insinuar que una vez llegó el "método científico", los filósofos debieron de haber dejado todos sus trabajos y volverse científicos.
Esta forma de ver el triunfo de la ciencia (como método) era muy común allá a principios del siglo XX cuando la historia de la ciencia estaba en camino de profesionalización y madurez como disciplina académica, pero hoy día una actitud así solo es percibida como una forma de idealismo ingenuo. En primera, porque aún cuando se formara el método científico entre los siglos XVI y XVII, hacían falta muchísimas más cosas para que muchas de las disciplinas que hoy conocemos como ciencias llegaran a ser tales. De hecho, buena parte de la ciencia siguió siendo altamente especulativa, manejando conceptos claramente esencialistas, contrario a lo que afirmaban sus defensores. Un ejemplo de ello es la misma física newtoniana que daba por hecho que espacio y tiempo eran diferentes, absolutos e inmutables, o el platonismo galileano que suponía que la naturaleza era una clase de libro "escrito" en lenguaje matemático, que el ser humano tan solo debía aprender para entender el universo.
En segunda, porque reducir la ciencia a su método es una de las visiones más miopes y simplistas de entender la ciencia. Tal vez sea una manera didáctica de hacer que un alumno de secundaria tenga nociones básicas sobre la ciencia, pero solo confunde condición necesaria (poseer métodos científicos) con condición suficiente (una confusión resuelta, por cierto, a partir del análisis filosófico). Lo cierto es que si uno aspira a definir la ciencia, y aún más, a asegurar que ésta predomina por encima de la filosofía o de cualquier otro campo de investigación, una actitud metodologicista no nos servirá de mucho, ya que también importan el problema, los supuestos, las hipótesis explícitas y los fines, así como el desarrollo sociocultural de una disciplina.  Si ignoramos esto, solo nos quedaremos en una definición simplista de secundaria que poco nos ayudará a explicar por qué se supone que la ciencia "triunfó" contra la filosofía.
Y ya en tercer lugar, tenemos esta idea falsa al más puro estilo Hawking de que una vez tenemos ciencia la filosofía sale sobrando, para luego seguir haciendo filosofía tremendamente mal. Algo que nunca he comprendido es la actitud de este periodista científico a ignorar los detalles que uno puede señalarle sobre sus afirmaciones. Desde hace dos o tres años aproximadamente, cuando aún me tenía entre sus contactos de facebook, yo y muchos otros explicamos más de una vez que esa batalla de la ciencia vs filosofía era en realidad un mito creado tanto por divulgadores con escasa formación filosófica como por filósofos y otros humanistas con tendencias anticientíficas. Pero inexistente al fin y al cabo, ya que la filosofía (seria) se ocupa de sus propios objetos de estudio, mientras que la ciencia posee los suyos propios. Como también se mencionó en la entrada anterior, ningún filósofo está buscando hacer una nueva vacuna, ni escudriña los cielos detectando exoplanetas ni clasifica un nuevo fósil, porque todo eso lo hacen los científicos de maravilla, y no hay necesidad de competir con ellos. Los filósofos están interesados en abordar otros tipos de problemas, los problemas filosóficos (valga la redundancia) o problemas generales que surgen en toda actividad humana como consecuencia de adoptar ciertos principios generales (filosóficos), los cuales pueden dividirse principalmente en ontológicos, semánticos, lógicos, metodológicos, axiológicos, éticos y estéticos.
Estos problemas y principios, que también pueden encontrarse en la ciencia, son el objeto de estudio de los filósofos. Por eso es que existen especialistas de distintas áreas en filosofía, como lo son la filosofía de la ciencia, la filosofía de la tecnología, la filosofía de la religión, la filosofía política, la filosofía del derecho, etc. Decir que antes de 1500 no se produjo nada en ninguna de estas áreas, y afirmar que después de 1500 no hubo progreso en el conocimiento más allá de las ciencias factuales es hacer gala de la ignorancia personal, pero no es para nada un argumento o una prueba para asegurar que la filosofía sea enemiga de la razón (concepto filosófico) o haya quedado obsoleta al diferenciarse de la ciencia.

Un libro para introducirnos
al problema metafilosófico
sobre la verdad, la falsedad
y el sinsentido en filosofía.

Otro punto importante a señalar es que la idea de que en filosofía no existe un "criterio de verdad" (que por cierto, por definición eso es un asunto filosófico inherente a todo campo que procura producir conocimiento), es demostrablemente falso, aunque para Schwarz sea imposible. En filosofía se manejan al menos dos tipos de hipótesis: las primeras son tan generales que solo podemos saber si son útiles para describir o entender cómo funciona cierta actividad humana. Las segundas se refieren a elementos más particulares de los principios filosóficos que toman como presupuestos dichas actividades. Un ejemplo de hipótesis del primer tipo: el realismo científico (una hipótesis ontológica), o la idea de que las teorías científicas refieren a sistemas o partes de sistemas de los que se compone una realidad más allá de la de nuestras mentes. Esta hipótesis es lógicamente indemostrable, pero podemos afirmar (y contrastar dicha afirmación) que la ciencia moderna hace uso de esta versión del realismo para hacer investigación y considerar que el mundo existe y aseguramos cosas sobre él.  Un ejemplo de hipótesis filosófica del segundo tipo: la causación (supuesta) en biología es diferente a la manera en que ésta es entendida en física, y de hecho, parece haber distintos tipos de causalidad en biología que los investigadores en este campo dan por hecho, y en ocasiones llegan a confrontar sin darse cuenta. Aunque por definición una hipótesis filosófica es una hipótesis general sobre cierta actividad humana, podemos diferenciar cómo en el primer ejemplo es un presupuesto general aplicable a toda la actividad científica como campo de investigación, mientras que el segundo sería un problema especial de la filosofía de la biología, y por tanto, tendría un alcance solo en esta disciplina. Nuestro segundo ejemplo también es contrastable con la historia y el desarrollo de la biología como rama de la ciencia, de modo que es posible decir si tal idea sobre la causalidad en biología es realmente comprendida o supuesta así, o si por el contrario es falsa por no adecuarse a cómo se entiende este concepto en dicha rama de la ciencia.
Desde luego, en filosofía hay muchos trabajos que se hacen pasar por análisis filosóficos pero que en realidad no dicen nada y no hay forma de establecer verdad o falsedad en ellos. En este tipo de trabajos de herencia idealista suelen considerarse como sinsentidos, y solo hasta hace poco es que se les ha prestado especial atención como ejemplos de charlatanería académica. Si tenemos una doctrina o sistema filosófico imposible de contrastar, es porque estará constituido principalmente de sinsentidos o enunciados que no refieren a nada. Afirmaciones estilo "el tiempo es la maduración de la temporalidad", "el ser es ello mismo", "el lenguaje es la casa del ser", "el ser humano es nada y al existir se construye", representan ejemplos de sinsentidos, por desgracia comunes en filosofía. Pero la existencia del oscurantismo académico no prueba que la filosofía no sirva o sea en todos los casos enemiga de la razón. A lo mucho, es una evidencia de la falta de una demarcación rigurosa entre un trabajo filosófico auténtico y un escrito lleno de verborrea.
Si somos lo más caritativos posibles con Schwarz, podríamos darle la razón en que una aproximación donde solo se preste atención al análisis y la especulación filosófica, ignorando conocimientos y métodos bien corroborados como los de la ciencia, será enemiga de la razón. Pero basados en el resto de su respuesta no parece ser ni de cerca a lo que este periodista se refería.

Filosofía ≠ reflexión


Sin aceptar lo que su entrevistado acaba de afirmar, pero también sin señalarle sus errores, García Prieto continúa cuestionando a Schwarz sobre su visión (por demás filosófica) de la filosofía. García le señala que reflexiones como las que acaba de hacer el periodista, son un ejemplo de hacer metaciencia, es decir, de hacer filosofía. Aquí es donde Schwarz se compromete con dos maneras de definir a la filosofía: filosofía como sinónimo de reflexión, y filosofía como disciplina académica autónoma.
Tal como señala acertadamente, si "hacer filosofía" solo significa reflexionar, entonces todos somos filósofos de cierta manera. Y eso es cierto. Las reflexiones que solemos tener suelen ser conclusiones que sacamos a partir de cierta forma de entender una actividad, una propuesta o un suceso. Todos reflexionamos en algún momento sobre la existencia del mundo, de nosotros mismos, de la moralidad, etc. Incluso dentro de actividades especializadas, como en la ciencia, algunos de sus miembros suelen preguntarse qué es la ciencia, cómo se diferencia una ciencia de otra, qué diferencia a la ciencia de la teología, la filosofía, la tecnología o la pseudociencia, qué es el conocimiento científico, etc. Pero si todos hacemos reflexiones filosóficas, ¿para qué existe una disciplina académica llamada filosofía? Para Schwarz, tal como lo ha expresado varias veces en otros lugares, la filosofía académica es básicamente un desperdicio de dinero público que ciertas universidades (todas) despilfarran. No hay nadie mejor para reflexionar sobre un campo que aquel que ejerce o practica ese campo, ¿no? Si hay reflexiones filosóficas sobre biología, tendrían que ser los biólogos (que por ser biólogos conocen su terreno) quienes se ocuparían de éstas. Si hay reflexiones filosóficas sobre fotografía, tendría que ser alguien con experiencia en este arte o que es profesional en fotografía para hacerla, ya que un desconocido que además es ajeno a cómo se realiza cierta actividad, llegue y diga que sabe filosofía de la biología o filosofía de la fotografía, solo será visto como un charlatán. Aquí Schwarz tiene un punto a su favor, uno muy importante.
Y es que si alguien busca ser filósofo, historiador, sociólogo o psicólogo de x campo, lo más conveniente sería que dichos profesionales conocieran cómo se trabaja en ese campo, para así evitar prejuicios y falsas concepciones. Este es un punto importante que muchos filósofos reconocen desde los tiempos de Bertrand Russell (no, decir "que viva la paz" no es en realidad un aporte filosófico. Menos siendo que Russell no solo era matemático, como nos dice Schwarz, sino también fue un brillante filósofo de las matemáticas). Schwarz menciona al ya citado Russell y a Mario Bunge como ejemplos de filósofos que antes de ser filósofos han sido científicos. Aunque deforma un poco la historia de ambas figuras con sus insinuaciones (pues ni una ni otra hicieron ciencia sin filosofía en realidad), es cierto que un filósofo que quiera hacer análisis de los problemas generales en matemáticas o física (como hicieron estos dos autores), deberá saber matemáticas o física, o en el mejor de los casos, ser matemático o físico profesional.
Pero si todo esto es así, entonces, ¿aceptamos la afirmación de Schwarz de que la filosofía en la universidad no sirve para nada? ¿No debería ser enseñada la filosofía como un curso dentro de cada carrera universitaria y desaparecerla como licenciatura, como muchos otros piensan? El problema es que estamos dando por hecho una falsedad: que la carrera en filosofía no enseña nada especial o particularmente especial para hacer análisis filosófico ya que, después de todo, todos filosofamos. Esto es falso debido a que la filosofía es un campo de investigación autónomo, con problemas, métodos, principios y conocimientos diferentes a los de otros campos de investigación. Y como tal, es necesario aprender todo esto, que no es poco, más una correcta formación en historia de las ideas para ayudar a que el estudiante sepa contextualizar los problemas que estudia, y pueda saber si ciertas ideas que en principio le puedan parecer originales no fueron planteadas ya con anterioridad. Nada de esto se obtiene sin una formación profesional en el área. Es perfectamente posible ser filósofo sin haber cursado la licenciatura en filosofía, como Bunge lo demuestra, pero es imposible ser un buen filósofo sin formación en filosofía, con todo lo ya mencionado (historia, problemas, métodos, principios, fondo de conocimiento...), como de hecho los propios ejemplos de Schwarz lo demuestran.
Hacer filosofía no solo consiste en hacer una reflexión, sino que significa hacer reflexiones claras, rigurosas y legibles sobre problemas reales bien definidos que pueden haber sido abordados o no por otros investigadores en tiempos pasados, usualmente haciendo uso de ciertos métodos de análisis (como el análisis lógico del lenguaje, el experimento mental, el análisis semántico, la axiomatización, la contrastación con el fondo de conocimiento, etc.). En resumen, y para no meternos con muchos tecnicismos, formarse correctamente en filosofía tiene una clara ventaja sobre aquellos que no tienen formación filosófica y que hasta la desprecian: con una buena formación es posible detectar la mala filosofía que dice que la filosofía no sirve para nada.

La ciencia, la filosofía y la búsqueda de la verdad


Luego de algunos comentarios sobre la propuesta de Gustavo Bueno, un par de cuestionamientos más adelante, García Prieto insiste en que hay una forma de contrastar un enunciado filosófico y saber si éste es verdadero o falso: averiguar qué filosofía está más ajustada a los hechos y qué teoría filosófica está más ajustada al conocimiento científico del momento. Pero según parece, para Schwarz que esto sea de interés o solo afecte a los filósofos significa que entonces no significa nada. Me gustaría saber qué diría un físico teórico si alguien llegara y le dijera que los debates sobre las distintas interpretaciones de la física cuántica solo afectan a los físicos, o lo que un biólogo diría si alguien llegara a decirle que los debates sobre cuáles son las unidades de selección en evolución biológica, solo afectan a otros biólogos, y por tanto, no significan nada.
Podemos adelantarnos a lo que respondería Schwarz o alguno de sus fanboys a este tipo de analogías: es que los físicos cuánticos y los biólogos evolutivos están hablando de problemas reales. El pequeño detalle es que los debates filosóficos entorno a problemas filosóficos auténticos también refieren a problemas reales: refieren al problema de la demarcación, al problema los fundamentos de la moral, al problema de definir qué es una especie o qué es la "vida", el problema sobre si existe el libre albedrío (una vez definido de manera precisa). Es cierto que existen debates dentro de filosofía que son interminables y por demás irrelevantes, pero nuevamente generalizar a partir de esos ejemplos sería muy deshonesto, por no decir ya que muy absurdo.
Luego vemos cómo el periodista comienza a confundirse con los términos que él mismo está utilizando:
Pero pretender adquirir conocimientos sin llegar a verdades; no a verdades, a certezas razonables, porque la ciencia no busca verdades, la verdad es un concepto filosófico…
Y una pregunta más adelante:
La ciencia nunca ha buscado la verdad. La verdad es una búsqueda filosófica. La ciencia busca certezas, busca conocimientos certeros que puedan tener una razonable probabilidad de predecir la realidad. Y eso te lo dice cualquier científico.
Resulta gracioso observar este ejercicio de mala epistemología, viendo cómo Schwarz intenta definir el objetivo de la ciencia (una cuestión filosófica), a partir de una serie de afirmaciones que dejaría gustosos a muchos filósofos con tendencia anti-realista, tales como Thomas Kuhn, Paul Feyerabend o el joven Karl Popper. Alguien que confunde "verdad", "certeza" o la verdad como búsqueda científica y como búsqueda filosófica solo está pidiendo a gritos que venga y lo asesore un filósofo, o alguien con una formación filosófica decente. Espero ser suficiente para esta tarea, aunque siempre podemos profundizar por nuestra cuenta.

"Cuando estás estudiando cualquier asunto
o considerando cualquier filosofía, sólo
pregúntate: ¿Cuáles son los hechos? ¿Y
cuál es la verdad que los hechos
confirman?" Bertrand Russell.

En primera, la ciencia no busca "certezas razonables". Certeza es una categoría psicológica, no epistemológica, donde alguien tiene certeza de algo. La certeza es un proceso mental donde no se incluye vacilación alguna, mientras que el concepto "verdad" usualmente es descrito como la adecuación de las ideas a la realidad, algo que justamente intentan hacer los científicos: buscan que sus teorías científicas puedan explicar parte de la realidad, y para ello es necesario "buscar" verdades sobre la naturaleza. Si queremos ser aún más precisos, en base a dicha descripción de verdad, podemos señalar que en ciencia se busca establecer verdades factuales. La Teoría de la verdad (una rama de la semántica) es una disciplina filosófica que a Schwarz y otros les sería conveniente conocer, aunque fuera de manera básica. La ciencia sí busca verdades, y sí, "verdad" es un concepto filosófico, uno de los muchos conceptos filosóficos tan útiles que se usan de forma cotidiana en ciencia, tales como materia, espacio, tiempo, causalidad, ley, hipótesis, especie, tipo, etc. 
Podríamos continuar con el resto de las afirmaciones de Schwarz vertidas a lo largo de la entrevista (tales como: Marx es el culpable de los gurús que ahora se promocionan en la tele Rusa, el posmodernismo se refuta con el método científico, o "Si tú llegas a una cuestión que es verdad, eso es muy diferente llegar a la verdad" o su evidente ignorancia sobre la diferencia en el debate realismo-antirrealismo en ontología, distinto al debate con el mismo nombre en filosofía de la ciencia), pero creo (o eso espero), llegamos a demostrar nuestro punto, que ya venía señalando desde el artículo anterior: la antifilosofía es una forma de anti-intelectualismo con la misma validez que otros tipos "anti-x" más populares, como el creacionismo. Importa poco si este es defendido por un cosmólogo, un físico teórico o por periodista científico de renombre, sigue siendo anti-intelectualismo puro, por lo demás bastante útil para hacer más didáctica la divulgación de la filosofía.
 Al final, ¿qué podemos aprender de un caso tan paradigmático de antifilosofía? Schwarz llega a mencionar que ha perdido amigos por hablar de estos temas, y que hay gente que lo odia por sus opiniones sobre la filosofía. Yo por lo menos no sé de nadie que odie a Schwarz por ser antifilosofía (he visto que hay quienes lo odian por sus convicciones ideológicas de izquierda racionalista que yo comparto y le admiro, su lucha denuncia contra diversas pseudociencias o sus críticas a los movimientos policorrectistas de nuestros días), o si ha perdido amigos por este tema (usualmente uno los pierde por temas más candentes como los de política y religión); así como también desconozco si alguna vez se ha molestado en contrastar sus afirmaciones más allá de sus comentaristas en redes sociales. La única vez que traté de que Schwarz entrara en un diálogo con un filósofo de verdad, el Dr. Gustavo Esteban Romero, me eliminó para después ser acusado de planear un complot para desprestigiarlo. Mi delito: incluirlo en el diálogo sin su consentimiento.
Lo que sí es rescatable de este caso, es la imagen tan mala que posee de la filosofía, una imagen en gran medida responsabilidad de los propios filósofos profesionales al aceptar alquimistas que se hacen pasar por académicos que asombran con sus ideas rebuscadas y oscuras, cuando en realidad no hay contenido alguno; también es responsabilidad de la mala divulgación filosófica, que a menudo suele reducirse a mostrar historia de la filosofía, explicando lo que decía x autor sobre y pensador antiguo acerca del viejo problema z.
SI TE INTERESA ESTE TEMA
*"El complejo antifilosofía. Análisis preliminar", artículo de mi autoría.
*La serie de artículos "Nature of Philosophy", de Massimo Pigliucci.