La llegada de la marca Grand Hyatt a Barcelona, dando una nueva (y mejor) vida al icónico hotel que nació con el nombre de Princesa Sofía (1975) y que poco antes de la pandemia se reestrenó como Sofía, ha traído también alegrías gastronómicas. El sello estadounidense ha incorporado sus propios retoques al reformado y lujoso hotel, pero sobre todo ha replanteado la oferta de restauración, que se irá presentando poco a poco. En otoño llegará Leña, de Dani García, pero de momento acaba de levantar el telón Maymanta, del chef Omar Malpartida, y en pocos días ya se ha convertido en un imprescindible para muchos adictos a la gastronomía peruana.
La ciudad suma cada vez más oferta en este sentido, pero el nuevo restaurante parte con la ventaja de contar con un ‘hermano’ mayor en Ibiza con el mismo nombre que le ha permitido despegar ya con madurez y una oferta redonda en la capital catalana.
La fórmula de Maymanta se desmarca de la competencia por conjugar el diseño, el arte, la pasión por el buen servicio, la coctelería, el vino, la música y “lo mejor del producto fresco peruano con los productos de proximidad local”, resumen. Malpartida ha abierto camino con otros restaurantes en Madrid y Menorca, y en Barcelona llega a lo grande coronando la última planta del Grand Hyatt y arropado por una terraza panorámica de impresión que sin duda arrasará este verano.
El chef, que viaja continuamente a su país para importar sabores, técnicas e ideas que fusiona con la cocina mediterránea, exhibe en su debut barcelonés presentaciones impecables, producto de primera tratado con mucho cariño, platos con personalidad y un entorno que propulsa su cocina y alegra el resto de sentidos.
El interiorismo del espectacular restaurante está firmado –como tantos locales destacados de Barcelona– por Futur2. Fusiona algunos elementos tradicionales de Catalunya con los de la cultura peruana. El verde y el naranja de su selva ponen el punto exuberante pero no excesivo al espacio, muy acogedor y luminoso. Destacan también su vajilla artesanal, en tonos tierra que evocan las tres regiones peruanas, y sus lámparas recicladas.
Pero lo esencial, lo que llega a la mesa, está a la altura de la escenografía. Ingredientes importados directamente de la Amazonía, los Andes y el mar Pacífico se casan con el pescado fresco y la verdura de proximidad, con una técnica y sensibilidad que trascienden en cada elaboración.
Un 70% del mar
La carta (con un 70% del mar) merecería varias visitas, pero el servicio tiene un conocimiento a fondo de las preparaciones y orienta al comensal en los sabores y particularidades de cada plato. Entre las tapas, destaca la tortita de choclo de maíz (recuerdan a las andaluzas, aunque aquí se sirven muy finas) con camarones deshidratados fritos, falso caviar de aceite de oliva, mousse de guacamole y tartar de gamba roja, una joyita delicadamente servida.
No es fácil elegir ceviche, con una barra dedicada a la materia. Probamos el criollo, a base de fresquísima corvina, leche de tigre de ají amarillo o rocotos, cebolla, el justo toque de cilantro, cancha, choclo y cremoso de boniato. Equilibrado y delicioso, y con el plus de los chicharrones de calamar que añaden texturas.
Del apartado de Brasas y asaditos merece ser destacado el Pulpo, mole y aguacate. Se sirve un tentáculo con un plato diseñado específicamente y salsa anticuchera, con una deliciosa palta o aguacate a la brasa y mole a base de cacao. Una composición fabulosa.
Del apartado de Wok probamos el ‘Lomo saltado’, con solomillo salteado al wok, glace de carne, cebolla y tomates ahumados, ají amarillo tatemado, patata amarilla peruana crujiente y arroz con choclo en un bol aparte. Carne al punto y verduras deliciosas, aunque sin tanta chispa como el resto del menú.
Postres y tragos
La carta abarca cómo no el tiradito nikkei, causa limeña, pollo canga, anticucho de lomo… y hasta chuletón a la brasa con 21 días de maceración; o especialidades como la Sartén de pato para dos personas. También despunta una Barra marina, con crustáceos y pescados a peso y en diversos cortes.
El festín se puede cerrar con alguno de sus cuatro postres. La Panacotta de lúcuma –una fruta peruana– (con almíbar de café, crujiente de arroz con leche y chocolate) está muy reñida con la Torrija apicaronada (con brioche de calabaza, cinco tipos de leche, miel a base de higo, papel de maracuyá y helado de pistachos –a veces de higo–).
Mención aparte merecen las bebidas. Su barra ahonda en lo mejor de la destilería peruana. Ginebras, piscos, vodkas y whiskies elaborados con ingredientes peruanos son su esencia. Brillan los piscos macerados con frutas y especias con los que muchos arrancan (o maridan) la comida o cena. Pero también se ofrecen unas 80 referencias de vinos de todo el mundo.
El precio final es muy dispar según el apetito y las elecciones. Pero (excepto las tapas) la mayoría de platos se mueven entre los 20 y 30 euros, haciendo justicia al producto y el espacio. Hay que destacar que abre todos los días y en horario XXL, aunque con carta reducida por la tarde.
Maymanta. Hotel Grand Hyatt
Pl. Piux XII, 4 08028 Barcelona Tel.: 614 35 71 87
A diario de 12.30 a 24.00, excepto viernes y sábado hasta la 1.30h