Lo es cada año cuando los naranjos estallan en flor, el Guadalquivir baja caudaloso y hay necesidad de echarse a la calle y pasear.
Explota con elegancia de jardín y se instala en las cruces de sus placetas, en las macetas florecidas de sus patios, en el bullicio de su feria, en la garganta de sus cantaores y en el rasgueo de su guitarra.
Mayo es el mes que Córdoba elige para dividir el año en dos. Atrás queda el invierno y comienzan a partir de ahora los días calurosos y soleados.
Días en los que los vecinos y foráneos buscan las sombras alrededor de la Mezquita y de las calles umbrías de la Ajerquía.
Ajerquía, barrio popular en el que abren sus puertas iglesias tardo góticas, construidas sobre oratorios musulmanes tras la conquista de la ciudad por el rey Fernando III, en el primer tercio del siglo XIII.