El drama familiar de los menos aplicados se magnifica cuando quienes no han aprovechado el tiempo son los políticos. Una suerte de niños mal criados más empeñados en que les dejemos jugar a cualquier precio a esa suerte de videojuego en que han convertido a España, que en preocuparse de hacer los deberes para que los ciudadanos, como padres orgullosos de sus buenas notas, les demos más tiempo en la partida. “Déjame un ratito más. Una baja más y estudio….”, ¿a qué les resulta familiar el argumento? Pues así, más o menos, nos han tenido estos meses a los españoles los cuatro aspirantes a presidente del Gobierno. Pidiendo tiempo. Como si los exámenes no fueran a llegar nunca y sobre todo, como si no les fuesen a dar las notas.
Total, que suspendidos los exámenes de mayo por no saber negociar esas décimas necesarias para arañar el suficiente, nos vemos en junio. Una evaluación a la que ya no llegan más que los alumnos que andan rampando la media para pasar de curso, y que supone una última oportunidad para salir airoso del año. Para Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias los finales son el día 26 y todos llegan sin estudiar los suficiente. Quizás aprueben un examen tipo test, pero no para que los españoles les tomemos la lección. Para los cuatro, España ha sido una “maría”. Una de esas asignaturas a las que no hay que prestarles mucha atención en el estudio y que en verano terminan pasando factura aunque nadie la quiere suspender. Nadie salvo Mariano Rajoy, que va a convertirse en el único examinando de este país con ganas de que le dejen para septiembre.