¿ Me aconsejas una mermelada? y diferentes formas de romper el hielo

Publicado el 15 mayo 2019 por Carlosgu82

Aquella mañana trascurrió tranquila. Pausada. Un sentimiento de huida me abrumaba…. Y me sorprendí tumbada en el suelo escribiendo en mi inseparable libreta . Palabras. Y mas palabras. Que acabaron convirtiéndose en frases. En versos. En estribillos. De nuevo la melodía salió sola. Sin forzarla. Tarareé la letra. La fusión de la melodía con la letra compuesta me hicieron esbozar una sonrisa. Que mi voz cantando fuese lo primero que se escuchase en mi nuevo hogar me alegraba enormemente. La música siempre había sido  muy importante para mi. Mi salvación. Mi refugio. Mi forma de expresarme. De comprenderme. Y de comprender el mundo. ..

Una vez más… la canción salió sola…de mi interior….

Ventanas al mar

Amor descuidados

Globos de celos

Que salen volando

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Coleccionista de miradas

Tu efecto en mi

Claro – Oscuro

Quirófano

La mano que salía a la luz

Dolor de amor

Café con leche

Que curioso

Que tengas suerte

Aliento del sur

Que cala tu brisa

Deseos de ser

Buscados con prisa

Y todo por… Huir

Y todo por… Huir

Siente la libertad,

De viajar al impuso

Volver a empezar

De cero con otra corriente

Poder renacer

Y conseguir hacerte fuerte

Aprender a soñar

Para poder recuperarte

Y todo por …Huir

Y todo por…Huir

Cerca del mediodía sentí mucho hambre. Me puse lo primero que cogí de la maleta y salí a buscar un supermercado con la intención de hacer una primera compra, no muy grande, pero lo suficiente para poder sobrevivir el fin de semana que ya había comenzado.

No me costó nada encontrarlo. Lo tenía a penas dos calles de mi casa. Entré y el olor a pan recién horneado junto con el resto de la bollería me abrieron más el apetito. Llevaba casi un día entero sin comer entre una cosa y otra. Me recorrí cada pasillo en busca de algo que captara mi atención. Fruta, verdura, yogures, y algún capricho de chocolate para desayunar fueron mis elecciones. Cuando ya me disponía a irme a pagar las cosas, me di cuenta que un chico me observaba. Sin embargo, no me inquietó. Estaba sorprendida pero misteriosamente no me asusté. Me miraba serio, sin moverse, fijando la mirada en mis ojos. Al de unos segundos de absoluta intensidad, se acercó a mi. A apenas unos metros de distancia, me sonrió. Le devolví la sonrisa, y bajé la mirada. De cerca me imponía y sentí que me sonrojaba. Sentía el calor naciendo en mis mejillas, y extendiéndose por todo mi cuerpo.

  • ¿ Que mermelada me recomiendas? Me dijo con una voz cálida y muy tranquila
  • Lo siento, pero no soy de la tienda- le contesté algo confusa
  • Ya lo sé…. Es solo que tienes pinta de tener buen gusto

No pude evitar reírme con su comentario. El también se echo a reír y ambos acabamos con un duelo de intensidad de miradas de nuevo. – La verdad es que no soy mucho de mermeladas. No creo que pueda ayudarte- Me sentía idiota, pero era cierto.

  • Vaya…. Parece que he dado en el clavo….. deberías empezar a comerlas. Están realmente exquisitas. ¡ Y te lo está diciendo un especialista de mermeladas!
  • Lo tendré en cuenta- dije con una amplia sonrisa. Y se dio la vuelta tras guiñarme un ojo en modo despedida.
  • Perdona!- grité detrás de el- No has cogido ninguna mermelada
  • Tengo miles en casa! Cuando quieras te invito!

Creo que percibió mi cara de asombro pues fue realmente notoria. Sin embargo, continuó la marcha. Como si nada sucediera. Como si el encuentro que habíamos tenido hubiese sido de lo mas normal. Me quedé unos segundos paralizada. Confusa. No estaba acostumbrada a este tiempo de encuentros.

Me pasé el día entero pensando en el chico de las mermeladas…. Me sentía un poco idiota por no haberle seguido. Por no haberle preguntado nada más, incluso por no haber sido mas arriesgada y picarona. Tenía algo especial. Era diferente. Si, sin duda lo era.  Hasta físicamente era especial. Pelirrojo, lleno de pecas por toda la cara. Ojos verdes y mirada profunda. Era absorbente, y tentador. Muy tentador. ¿ Porqué me había preguntado por las mermeladas si no quería coger ninguna?. ¿ Tenía miles en su casa?.¿ Que clase de persona tiene miles de mermeladas en su casa?¿ Se estaba quedando conmigo?.

Me metí en la cama pronto. Sin duda, las primeras horas en Madrid habían sido interesantes. Confusas. Intensas. Sonaba bien. Este era el tiempo de cosas que me pasaban  y mis amigas nunca me creían. No es que me pasara siempre, pero tenía cierta habilidad para mantener miradas profundas con desconocidos y sentir conexiones especiales. Creo que es un don, o al menos me gusta pensar que lo es. Me pasa con determinadas personas. Y me gusta. Me gusta la intensidad. Me gusta hablar con los ojos.

Chico de las mermeladas…. ¿Alguna vez sabré tu nombre?.¿ Te volveré a ver?