Me acuerdo....(Capítulo siete-primera parte)

Por Amaya27
Cuando bajé las escaleras ya todos estaban en el salón y hablaban muy animadamente, los hombres tomaban un trago, eran cuatro, a dos de ellos los conocía, estaban elegantemente vestidos, con pantalones  de seda y lino en colores sutiles, también llevaban Frac amplio en la parte trasera del cuello, cola larga y amplias solapas con botones recubiertos, los chalecos variaban, en colores y estilos, algunos de seda otros parecían ser de lino, el cabello lo llevaban corto, mediano a los lados, se veían todos muy elegantes y apuestos. Pero mi hombre, porque eso era “mío” era el mejor de todos con su ropa elegante y su cabello distinto a los otros, lo llevaba largo y sin patillas y sus hermosos ojos cuando me vio entrar, brillaron con expectación, me dedico la más hermosa de las sonrisas, una que me decía cuanto me amaba, en ese momento fue muy difícil recordar el motivo de mi enojo con él. Hasta que vi a las dos hurracas. Estaban una al lado de la otra en una esquina cerca del piano, se quedaron mirando mi vestido con rabia y en ese momento supe que había acertado con ese hermoso vestido. Con ellas estaba una mujer alta, delgada, madura que me miró en ese momento y me sonrió.
—Usted debe ser la señorita Hawkins— me dijo acercándose a mí.
Cuando iba a responder, oí la voz de Julian contestar.
—En efecto, Lady Bradford, ella es mi prima la señorita Melanie Hawkins—Melanie te presento a Lord y Lady Bradford, son los anfitriones de Lady Dubois y su madre.
—Es un honor conocerlos—les dije e hice una pequeña venia como era costumbre, lady Bradford hizo lo mismo y Lord Bradford tomo mi mano y la besó.
—Encantado de conocerla, señorita Hawkins, Julian nos ha hablado mucho de usted y de lo increíblemente bien que toca el pianoforte—espero que nos haga el honor de tocar para nosotros esta noche.
—Estaría encantada Lord Bradford, pero la verdad es que Julian exagera un poco.
—Para nada, ustedes mismos darán su veredicto cuando la oigan.
Mientras hablábamos noté que Lady Bradford, no se perdía las miradas que nos dábamos Julian y yo. Luego lo miró directamente a él y al hacerlo su sonrisa era conocedora pero al mismo tiempo de complicidad. Lady Aurora y su madre por el contrario me miraban pero con odio, en ese momento parecieron adivinar mis pensamientos y se acercaron.
—Señorita Hawkins, que gusto volverla a ver—dijo Aurora, pero se notaba que era fingido.
—Lady Dubois, ¿cómo ha estado? ¿Qué tal ha pasado sus días en Bath?
—Oh, querida estoy feliz, Julian me ha llevado a varias partes, me malcría mucho—cuando lo dijo tocó el brazo de Julian deliberadamente y yo supe interpretar muy bien lo que quiso decirme. La mujer lo reclamaba como suyo, la niñita tenía garras pero yo le mostraría quien se quedaría con él al final.
—Me alegro tanto que la esté pasando bien. —le dije mirando a Julian.
De repente Aurora hizo un gesto dramático y puso su mano en la frente.
—Querida, no sé en que estaba pensando, me he olvidado completamente de mi querido primo, quiero presentártelo. — ¡George!! — lo llamó.
En ese momento un hombre de unos 30 años llegó a nosotras, me miraba de manera cruda y morbosa.
—George te presento a la señorita Hawkins—Señorita Hawkins le presento a mi primo George Dubois, vino de visita a Inglaterra pero se va en tres días, tiene muchos compromisos en Francia.
—Encantada de conocerlo señor. — él tomó mi mano y la beso, al levantar el rostro me guiñó un ojo. Yo hice como si no hubiera visto nada y retiré mi mano de la suya.
En ese momento Julian llegó con dos invitados más uno era su contador y ya lo había visto varias veces ir a la casa, pero ahora había necesitado una firmas y había llegado en la mañana a Bath, seguramente Julian le dijo que se quedara y los acompañara, pues además de ser su contador eran buenos amigos.
—Señorita Hawkins, que gusto verla nuevamente.
—Como esta señor Black? Me da gusto verlo también— le dije sonriéndole.
—Me gustaría presentarle a mi socio, el señor Jason Cooper.
—Señor Cooper, un gusto conocerlo, me fije en que eran bastante jóvenes los dos y ya tenían un negocio en sociedad. Eso demostraba que eran emprendedores y que seguro les iría bien, estaba segura de que Julian los ayudaría, pues le tenía aprecio a Michael Black.
—El gusto es todo mío señorita Hawkins— me dijo un poco tímido.
En ese momento hizo su aparición el mayordomo y avisó que la cena ya estaba servida. Los hombres  se acercaron a las damas y cada uno escoltó a una de nosotras hacia el comedor.
Llegamos a la mesa y vi que todo estaba perfectamente organizado y el comedor se veía magnífico con una araña de cristal enorme y muchas velas prendidas en ella, la mesa estaba decorada con mantel del más fino y una hermosa vajilla de color azul con flores blancas pintadas, copas de cristal y cubiertos de plata en todos sus tamaños.
Nos sentamos convenientemente en parejas, a mi lado estaba el primo de Aurora y a mi otro lado estaba Julian, que se sentaba en la cabecera de la mesa. Al otro de Julian estaba Aurora y a su lado estaba el socio del señor Black, el contador de Julian, después le seguían Lady Bradford, el señor Black, la madre de Aurora y Lord Bradford.
El primo de Aurora no hacía más que mirarme los pechos y me tenía bastante incómoda, por debajo de la mesa rozaba mi pié con el suyo, pero no podía decir nada así que comencé a hablar con el socio del señor Black que estaba en frente de mí, mientras los sirvientes comenzaban con la cena.
Nos sirvieron primero una sopa de tomate, luego sirvieron la primera ronda de comida que eran salsa de ostras, medallones de pollo, pescado hervido, verduras calientes, tocino y carne asada. Luego vino la segunda ronda de comida en la cual nos dieron crema de apio y espinaca, pastel de carne, coliflor en salsa, macarrones, pastel de mazorca. Por último nos sirvieron el postre, que consistía en variedad de frutos y semillas dulces, nueces, pasas, almendras, manzanas con caramelo, naranjas en almíbar y pastel de durazno. Eran muchos platos para una cena pero el truco consistía en no comerlos todos, solo escoger dos o tres platos y probar un poco de cada uno por ronda, también saltarse la sopa, que era el primer plato.
Luego de todo esto, le di gracias a Dios por las novelas de Jane Austin y todo lo que aprendí en ellas. Las damas nos levantamos para ir al salón y los caballeros se quedaron en el comedor tomando un oporto y fumando. Cuando estábamos en la sala, las dos hurracas comenzaron a preguntarme de todo, querían saber hasta qué punto llegaba mi amistad con Julian, pero Lady Bradford, comenzó a cambiar el tema. 
—Señorita Hawkins, ¿Le gusta la lectura?
—Me encanta Lady Bradford.

— ¿Cuál es su escritor preferido?

—Me gusta Lord Byron y también una escritora un poco nueva que se llama Jane Austen— ¿Ha oído hablar de ella?
—No, la verdad es que no he oído de ella.
—Tal vez, mas adelante cuando sus novelas sean famosas.
—Está usted muy segura de eso.
—Sí, lo estoy, es muy buena y por eso le va a ir muy bien.
-—Señorita Hawkins me han dicho que toca muy bien el piano, entonces porque no toca un poco para nosotras. —me dijo la hurraca menor.
—Claro que sí, con mucho gusto Lady Dubois.
Me dirigí al pianoforte, encontré unas partituras de algunas tonadas de Mozart y comencé a tocarlas, llevaba algún tiempo tocando, cuando entraron los caballeros. Julian inmediatamente se paso a mi lado sonriéndome y cuando Aurora lo vio, se le acercó con disimulo.
—Me gusta mucho como tocas el piano, lo haces muy suavemente, no a todo el mundo se le da. — me dijo Julian.
—Gracias, — le dije un poco apenada—pero en realidad cualquiera puede hacerlo.
—No sea modesta señorita Hawkins, el piano es algo que debe ser innato en la persona para que pueda hacerlo bien. —dijo Aurora alzando una ceja, lo que me indicó que le sentaba terriblemente que a Julian le gustara tanto que yo tocara el piano.
Se nos acercaron el señor Black y su socio.
—La señorita debe estar cansada de tanto tocar el piano ¿Porque no jugamos cartas?
—Oh sí, que magnífica idea—dijo Lady Bradford.
—Si, a mí también me gustaría mucho, dijo la madre de Aurora.
Entonces llamaron al mayordomo y los lacayos para que movieran las sillas y prepararan todo para la partida de cartas.En algún momento, el primo de Aurora me tomó del brazo.
— ¿Señorita Hawkins, me haría el favor de acompañarme un momento?
—Claro que sí, señor Dubois—le dije normalmente, pero no me gustaba su mirada.
Me tomó por el brazo y me condujo a un pequeño rincón que había debajo de las escaleras y cuando yo vi cual era su intención, me zafé de él, pero me tomó por la cintura y me atrajo hacia él nuevamente.
—Cálmate querida, yo sé que te gusta esto, no lo puedes negar—eres la amante de Strathford y yo quiero lo que le das a él.
— ¡Suélteme! Maldito desgraciado, yo no soy la amate de nadie.
— ¿Qué está sucediendo aquí? —me congelé cuando vi a Julian allí de pié frente a nosotros con los puños cerrados.
De repente tomó al primo de Aurora por la solapa de su frac y lo miró con furia.
—Quiero que te largues de esta casa en este momento y no vuelvas, no te vuelvas a acercar a ella en tu vida o te mato ¿Me entendiste?
—Si si, entendí perfectamente—le contestó pálido como una hoja de papel y salió apresurado de la casa, sin que sus familiares lo vieran.
Cuando vimos que ya se había ido, el me dio una mirada de pocos amigos, como si yo lo hubiera traicionado yo sentí peor que si me hubiera golpeado ¿Cómo se atrevía a pensar mal de mí? ¿Qué motivos le había dado yo, cuando me la pasaba aquí encerrada?
—A mi no me vas a mirar así, no me vas a hacer sentir culpable cuando yo no he hecho nada para que me trates de esta forma. ¡Me respetas!
El pareció darse cuenta de lo absurdo de su suposición y pareció que me iba a decir algo, pero entonces entró Lucien corriendo, detrás de él venía Hannah, llegó hasta la falda de mi vestido y se agarró fuertemente a ella llorando.
— ¿Qué te pasa, mi amor? Le pregunté preocupada.
—Un hombre feo estaba debajo de mi cama, muchi.
—Hijo no hay nada allí—le dijo Julian arrodillándose hasta quedar a su altura.
—Quiero que  muchi, me duerma. — decía el niño.
—Estás seguro de que esto no es un invento para que muchi, te cuente una historia—le preguntó su padre.
—Sí, está ahí, ven conmigo y te lo muestro. No quiero ir solo—decía mientras grandes lagrimas rodaban por su carita.
—Está bien, pero ¿me prometes que si te acompaño y te leo un cuento te dormirás?
—No dijo nada, solo asintió vehemente y me tomo de la mano para acompañarlo.
Me levanté y les di a todos una disculpa.
—Caramba señorita Hawkins me sorprende lo apegada que está usted al niño, si hasta le tiene un apodo. — dijo Aurora, parecía que el alboroto del niño los había hecho salir del salón.
—Si en realidad Lucien y yo hemos congeniado muy bien.
— ¿Ya lo veo, pero no le parece que lo está malcriando mucho? Un niño de su edad no debería interrumpir en medio de una reunión solo porque tiene miedo, el valor es parte de ser hombre.
Cuando la oí hablar de Lucien de esa manera, sentí como si lo hicieran con un hijo mío y no me pude contener.
—Bueno Lady Dubois, que bueno que el niño no es su hijo y que todavía tiene tiempo para pensar si quiere tenerlo a su cuidado o no.
—Veo que la he molestado, no quise ofender, pero a un niño sobre todo a uno que será el heredero de un título hay que enseñarlo bien desde pequeño y me permito recordarle que tampoco es su hijo.
—Lo es, puede que no la haya dado a luz pero lo siento como si fuera mío y le agradeceré que en el futuro se abstenga de dar sus comentarios sobre el niño, en mi presencia.
—Permiso y buenas noches a todos.
Habiendo dicho esto, todos se quedaron en silencio mirándome pero yo solo miraba a Julian, que me observaba con cierta actitud divertida pero también con algo que en ese momento me pareció admiración.