Podría decir que en cada viaje voy a cumplir un sueño, que llevo todo planificado y que voy cargada de energía para disfrutar de cada segundo, desde el principio. Pero no. No soy así. Suelo tener claros mis objetivos pero soy consiente de que los viajes son eso, viajes. Además, casi siempre dejo todo para última hora. Y los primeros días llego cansada, con ganas de vivir el viaje a mi ritmo y sin más expectativas que las de ir tomando el puso al destino. Soy ese tipo de personas a la que les gusta ver el mundo con cierto pesimismo, ya que tengo la teoría de que así, cuando llega la realidad, todo se disfruta mucho más. Soy terriblemente imperfecta, también como viajera.
Por eso hoy os hablo de eso: de las personas que no creen que todo es maravilloso, sino que hay momentos en los que surge la magia. También en los viajes.
A veces, elijo mal
Los viajes se componen de múltiples decisiones. A qué lugar voy; con quién; cuánto tiempo; de qué forma; qué actividades hago… y rara es la ocasión que todo sale sin problemas; rodado. Muchas veces no tenemos mucho tiempo para pensarlo y hasta que no estamos en el destino, no conocemos algunas de las normas no escritas del país y no podemos hacernos una idea de cómo funcionan las cosas allí.
Sí, viajar puede no ser un camino de rosas. Pero no suele haber tampoco situación –a no ser que sea algo peligroso de verdad, que suele ser excepcional- de la que uno no pueda reírse después.
Como casi todo en la vida, viajar es adaptarse y poco a poco se va logrando encontrar la clave para disfrutar al máximo. Por eso, incluso, quizás me guste más. ¡Nadie dijo que fuera fácil!
Siempre hay un lado malo…
Creo que todo viajero consciente, se habrá dado cuenta de que amamos una actividad llena de contradicciones. El turismo muchas veces tiene consecuencias que no son positivas en las ciudades. Por eso, yo muchas veces soy incapaz de relajarme y me aflijo viendo lo que veo. Cuando en Europa me cobran más simplemente por ser turista y todos nos apelotonamos en los mismos sitios, cuando en Bali los hoteles acaban con la esencia del país y son un bloque de hormigón o cuando en determinados países hay cientos de niños pidiendo en aquellos sitios donde más viajeros hay…
Por eso dar una imagen demasiado perfecta de los viajes, los viajeros y el arte de viajar no sería sino una falsa realidad.
Con todo ello, hay algo que está por encima de la sensación de que vas a ver el lado feo del mundo y es conocer el mundo. ¿Qué ganamos mirando para otro lado? Hay pocas cosas tan placenteras como ser consciente de lo que te rodea y viajar te lo permite, aunque sea en pequeñas dosis. Y siempre quieres más.
La importancia de las palabras
Comencé este post hablando de quienes casi siempre relacionan los viajes con los sueños y con las expectativas de vida. No me gustan esas perspectivas y no me fío de quién al hablar de viajes, se viste de gurú y te conquista asegurando que conoce la receta “para que vivas viajando”. Conozco ejemplos y claro que se puede llegar a conseguir, pero no me gusta ese lenguaje en el que todo en torno a los viajes se intenta mitificar e idealizar.
Viajar no es siempre un concepto igual para todos. Ni una receta mágica. Ni una solución. Yo el único consejo que te daría es que lo pruebes, buscando aquello que más te apetece y vayas encontrando tu camino poco a poco. Las experiencias de otros siempre vienen bien, pero hay demasiada palabrería hoy en día. Así que sin ánimo de parecer Paulo Coelho, el mejor consejo es: sigue TU camino.
Las fotos no son la realidad; sino una construcción
Parece que si actualmente viajamos y no nos hacemos mil fotos es que no viajamos. Fotos donde sonreímos, saltamos, damos mensajes positivos, mostramos un sol brillante, a la gente local, salimos por supuesto guapos, en lugares increíbles, con animales riquiños, sitios distinguidos, con experiencias que todo el mundo sueña… y sí, aunque sean momentos geniales, sin foto, no son lo mismo. Y con foto se hacen grandes… Quizás no seamos tan guays como parecemos en las fotos, ni tan deprimentes como el estado en el que volvemos los últimos días de viaje. Eso es así…
Ayer tocó día de rodaje! De ahí el postureo de la foto, leyendo en el bar Geographic Club de #Madrid. No puedo desvelar detalles, pero aunque no salga adelante, me lo pasé muy bien! #books #leer #restaurante #bar #lifestyle #activities #bars #baresConEncanto #LugaresConEncanto #LugaresconEstilo #enjoy #happyness #spain #tourism #bloggers #blogsViajes
Una publicación compartida de Mundo Turístico (@mundoturisticoblog) el 6 de May de 2017 a la(s) 5:48 PDT
Hay cientos de momentos sin foto que siguen mereciendo mucho la pena y estoy segura de que casi todos los tenemos. Que no se nos olviden
Lo siento. No me dejo llevar…
Hay otro must en el mundo de los viajes… o en el marketing viajero: el de dejarse llevar. El de viajar lento, disfrutando poco a poco del camino. Dejando que el lugar te envuelva y seas tú quién sorprendido/a seas completamente arrastrado por el destino.
No digo que no tenga que haber un poco de margen en los viajes y me gusta cuando consigo dejarme llevar, pero no siempre tiene que ser así. Hay viajeros –y yo necesito ser uno de ellos- con horarios, con predilecciones, con manías al viajar, con rutinas establecidas y con itinerarios. Y cuando tengo un plan, es difícil pararme. Ni que el destino me haga cambiar de opinión…
Quizás sea, sí, imperfecta como viajera. Pero me gusta viajar, pensar y reflexionar. ¡Así que a seguir aprendiendo!