- Reconocer los diferentes estilos de conversación. Cuando la comunicación no es fluida, es conveniente preguntarse si el problema es que uno tiene un estilo de “alta consideración” y el otro de “alta implicación”.
- Saber distinguir entre mensaje y “metamensaje”. El mensaje es aquello que se dice, palabras y frases. El meta mensaje es el significado que nos llega por otras vías como el tono, volumen, lenguaje corporal o expectativas basadas en nuestra experiencia pasada con esa persona.
- Modificar el propio estilo para adaptarse al del interlocutor. Tannen afirma que esto es posible. Se puede hablar más rápido o más lento, interrumpir más o menos para situarse en el nivel de comodidad del interlocutor.
- Trascender la conversación. Esta táctica implica observar la conversación desde fuera para indagarse qué hay en común entre los argumentos de los interlocutores. Cambiar la perspectiva para volver a plantear los términos desde un punto de vista más positivo y constructivo.
- Escuchar correctamente. Si alguien nos pregunta cómo es que podemos comer tanto sin engordar, es mejor creer no nos están tachando de glotones. Podría también ser una pregunta de lo más inocente. El escuchar correctamente nos puede ayudar a no tomarnos las cosas de modo personal, ver a los demás de un modo más compasivo y ofrecerles la presunción de inocencia.
- Metacomunicarse. Significa entender la información que nos llega además de las palabras. El metamensaje es la interpretación individual de lo que significa la conversación. Muchos malentendidos son debidos al metalenguaje. Sería bueno observar las motivaciones que van más allá de las palabras para poder comprender mejor al interlocutor.
Interrupciones correctas e incorrectas.La autora afirma que existen conversadores que practican la “interrupción colaboradora” aunque las palabras se solapen, como apoyo entusiasta e participación para ratificar y animar a la persona que tiene la palabra. A los conversadores de “alta implicación” no les molesta ser interrumpidos porque, o bien tendrán en cuenta la interrupción, o bien la ignorarán si les conviene. Algunos grupos culturales raramente hacen pausas entre los turnos de palabra, ya que para ellos el silencio significa falta de conexión en una conversación amistosa. Evidentemente, Tannen se refiere a breves interrupciones, no a interrupciones para introducir un tema completamente distinto. Los conversadores de ”alta consideración” nunca invaden una conversación, por lo que participar en una reunión de “altamente implicados” puede resultar una experiencia inmensamente frustrante para ellos.
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