Pensar en verde es creer en el cambio. Creer en que todo es posible. Creer en la fuerza que todos tenemos. Pensar que cada uno de nosotros, por insignificante que creamos que somos, dejamos nuestra huella. Creer que todos somos parte de todo.
Pensar en verde es no arrodillarse ante la primera adversidad. Es levantarse cada vez que uno se cae. Es luchar por lo que creemos o por lo que queremos sin miedo a ser derrotados. Pero si un día nos toca sufrir el amargo sabor de una derrota, ser capaz de aceptarla al igual que se celebran las victorias. Es ser capaz de ir a contracorriente como aquel salmón que sube el río sin tener miedo a que en el final de su recorrido acabe zampándoselo un enorme oso, porque cuando se encuentre con el oso le dará un coletazo y girará el sentido de su marcha de regreso a donde partió, pero esta vez con una gran sonrisa en la cara por haber conseguido terminar su camino.
Pensar en verde es llevar el timón de nuestro propio barco. Amar el medio ambiente, respetarlo y cuidarlo independientemente de lo que hagan los demás.
Pensar en verde no es sólo pensar en uno mismo sinó también pensar en ese peque que tenemos a nuestro lado y en todos los que nos rodean. Ser capaz de sacrificar y derramar gotas de sudor también por los demás. Dar sin esperar recibir. Sólo así, con amor, sacrificio, lucha, sudor y generosidad seguro que al final del camino acabamos recibiendo mucho más de lo que una vida sin amor, sacrificio, sin lucha, sin sudor y sin generosidad nos hubiera podido dar. No olvidemos que cada uno recoge lo que siembra.
Pensar en verde no es sólo vivir por el latido de un corazón sinó por el rugir de los sentimientos y de esa fuerza que todos tenemos dentro.
Me gusta pensar en verde, me siento a gusto pensando en verde, pero ¿conseguiré inculcarle este color a mi hijo? como mínimo lo intentaré y lucharé para que nunca nadie ni nada consiga oscurecerle su vida.
¿Te unes a pensar en Verde?