Imagina que vives en un pueblo, una ciudad pequeña o un barrio donde casi todos se conocen.
Imagina que alguien sabe algo del tema y cuando pregunta le respondes evitando dar explicaciones. Da igual si es algo serio o una tontería, no quieres compartirlo. Te topas con gente educada, discreta y respetuosa, que no insiste, sonrie y cambia de tema.Ahora imagina que topas con una persona cotilla, que te aborda directamente, además puede que sea con más público- para qué hacerlo en petit comité-, insite, te pone en un compromiso, y te sientes obligado a dar más explicaciones de las que tú realmente quieres. Y te quedas fatal, porque ya no controlas quién sabe qué sobre aquello que querías mantener en privado. Vox populi. Encima, la culpa es tuya: por no ser cortante y desagradable, terminas haciendo/diciendo lo que no quieres. Encima eres tonta.Y total, a esa persona cotilla no le importa lo más mínimo lo que te pasa, no tiene un interés sano y sincero por ti. Sólo quiere saber, estar enterada, parlotear. Para ella no tiene las más mínima importancia y no le preocupa en absoluto si te está molestando con ello. De hecho, no suele ser especialmente amigable contigo, pero hoy sí, hoy quería saber. Y no se ha cortado un pelo. A saco.Pues no imagines. Hay personas así, doy fe. Siempre he dicho que a la gente le gusta más hablar, cotillear y especular que a un tonto un lápiz. Me reafirmo.Qué de bocazas hay por ahí, madre.Estoy de calentón ahora mismo…Hacia mucho tiempo que no sentia rabia, rabia de verdad.
Imagina que vas a hacer algo o te ha pasado algo que quieres mantener en privado, no quieres compartirlo ni comentarlo, por lo que sea, cada uno es cada uno y tiene sus manías.