Escribir a sabiendas de que lo que dices puede ser leído por cualquiera, es casi como despelotarse en el ascensor y esperar a que alguien pulse el fatídico botón que acabe con tu vergüenza para siempre...como mínimo una sorpresa para los dos.
Un diario se queda en casa y sirve para que, cuando tengas los 44, puedas asombrarte de hasta qué punto se puede ser idiota. Pero un blog es otra cosa. Ahora quedo expuesta, desvergonzadamente desvestida, públicamente abierta...de par en par.
No soy metódica, así que probablemente éste sea un blog interruptus. Si buscas a alguien que publique con regularidad...yo no soy esa. Solo prometo ser la que sí soy, en la medida en que mi subconsciente me lo permita.
Como presentación, yo estoy más que satisfecha. Me quedo esperando en el ascensor...por si alguien viniera.