En mi pequeño zulito de Malasaña ya no cabe un libro, disco, juego o muñeco más, pero ahí sigo, enamorándome cada segundo de una nueva edición especial de The Smiths o del último art-toy de Kozik. Gastando “de a poquitos”, sin pausa y siempre por impulso, y relegando a casa de mis padres (santos ellos) las piezas que ya no entran en las estanterías de casa mientras mi presupuesto y mi espacio vital se reducen cada vez más.
Vamos, que soy una derrochona profesional. Así que la inesperada invitación a la presentación de Fintonic, una herramienta online que promete ayudarte con estos menesteres me intrigó de mala manera. ¿Cómo habían llegado a saber de mis desmanes financieros? ¿Tendría un topo en casa? ¿Habrían levantado la liebre los lastimeros quejidos de mi tarjeta?
Al llegar al número 73 de la calle Ortega y Gasset, lugar en el que nos habían citado, rondándome por la cabeza las reticencias propias de alguien que no tiene ni idea de finanzas, me llevé una agradable sorpresa: la agencia Influenzia, de la mano de los creativos de La Despensa, había montado con motivo de la presentación un curioso gimnasio del ahorro para explicarnos el funcionamiento de la aplicación, en el que, gracias a una tabla/circuito de 10 pasos que un encantador entrenador personal nos ofreció a la entrada, pudimos comprobar con ejemplos reales lo que la aplicación web nos ofrece virtualmente: trucos y consejos para ahorrar.
La mecánica es muy simple: solo hay que crearse un usuario en su web y añadir las cuentas y tarjetas que queramos organizar de manera completamente segura. A partir de ahí, la aplicación clasifica y analiza nuestros hábitos de consumo, determinando en qué gastamos más, y nos recomienda en qué podemos ahorrar. Además, podremos establecer un presupuesto, y la herramienta nos avisará rápidamente cuando nos lo saltemos.
Servidora se ha puesto ya manos a la obra: la promesa de conseguir ahorrar entre 2.000 y 5.000 euros anuales hace que esta derrochona sueñe con un viajecito requetemajo para las Navidades de 2014 sin que se le resienta el bolsillo.
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