Si, me río de ella. Me río de ella como de la risa de un crío, de la ironía de un sabio o del beso de una pareja entre los amigos. Me río como si yo fuera crío, sabio o beso. Porque no he dejado de hacerlo mientras paseaba entre ilusiones en la puerta del Sol. Me reía por dentro, es cierto, más que nada por que no pensaran que estaba pá llá, aunque siempre podía haberme llevado la mano a la oreja para parecer que estaba escuchando chistes por el móvil. Pero sonreir, si que sonreía.
Sonreia mientras paseaba por El Rastro de los Sueños, mientras escuchaba palabras que se quitaban el polvo para ser usadas después de tanto tiempo: sueños, ilusión, libertad. Sonreia porque había más gente hablando de futuro que de insultos, más personas currando por sus sueños que turistas, más ilusión que enfado, más sonrisas que apatía.
Me río de la gente que lo cree posible, de las manos levantadas en aplauso, de ver en vivo la definición de una Asamblea. Me río de mis sueños, de horizontes metidos bajo lonas, de futuros utilizados para combatir presentes. Me río de nadar entre palabras, de bracear entre ayudas, de vislumbrar las miradas de asombro, de empatía, de “se puede”. Me río del anciano que vuelve y que defiende, del joven que pasea y se convence, de la guitarra que se saca y se comparte. Me río de la fruta en los estantes, de las ganas en los labios, de las bolsas de comida, de como se organiza un campamento en la ladera de una estatua. Me río de Paz Vega tumbada viendo todo el lío. Me río de Madrid, de Sol y de mi gente.
Me río con turistas sorprendidos, con policías pendientes, con cámaras en busca y captura de todo lo que se les ha escapado desde entonces. Me río con carteles sorprendentes, con gentes sonrientes, con los sueños a flor de piel. Me río de mí, de lo que pienso, de lo que creo. Me río de poder estar de acuerdo, de poder no estarlo, de poder dar lo mismo porque sólo importa que puedo. Me río de que me siento, de que estoy entre gente que se sienta y así se siente. Me río porque me lo creo.
Me río de ellos. De sus sueños, de su acampada, de sus lonas. Como de todo lo que me ha hecho sentirme alguna vez tan vivo como en la Puerta del Sol. Me río.