Me siento segura

Por 1maternidad_diferente
Con la proyección de "El negocio del nacimiento", gracias a la organización de El Parto es Nuestro y mi comadre, amiga y grandísima persona Bei, celebrábamos esta misma tarde en Oh! la luna la Semana Mundial del Parto Respetado. Me gusta la idea de parto respetado, porque, tal y como explicaba Bei hoy, el hecho de hablar de parto natural muchas veces conduce a errores (hay quien llama parto natural a cualquier parto vaginal y quien cuando oye hablar de "natural" se imagina a locas jipis con pelos en las axilas y pariendo en los árboles), mientras que el término respetado es mucho más gráfico y sencillo de poner en perspectiva.
Después de ver en el documental algunas escenas emocionantes de partos en casa, mientras se desentraña el gran negocio de los partos hospitalarios que ha llevado a que en Estados Unidos uno de cada tres niños nazca por cesárea (y subiendo), surgió el debate sobre la seguridad en el parto y dónde son los nacimentos más seguros (hospital, casa de partos, hogar).
Las opiniones fueron diversas y de toda índole, pero lo que era cierto es que muchas opiniones "extremas" con respecto al parto en casa fueron vertidas por personas sin experiencia al respecto y utilizando argumentos periodísticos (la muerte de la activista australiana), y además equivocados (y amarillos), en lugar de médicos.
Desde luego, son posicionamientos basados en el miedo, supongo que justificado, a lo que pueda pasar... Pero a mi modo de ver dejan translucir un cierto tufillo cuando vienen del ámbito sanitario... Ese olorcillo a podrido de "eso es algo que no se puede permitir porque es peligroso", que deriva en tomar decisiones por las futuras madres en lugar de plantearles las distintas opciones a tener en cuenta para que ellas puedan realizar una decisión realmente informada.
Mi opinión, tal y como la planteé en el debate, es que cada mujer debe parir donde se sienta segura, ya sea en el hospital, en su casa o en una casa de partos. Sería absurdo obligar a a parir en casa a una madre que desea la asepsia, analgesia y disponibilidad de medios de un hospital puntero. Pero igual de delirante debería ser obligar a parir en un entorno hospitalario que llena de desconfianza a una mujer que desea dar a luz en la intimidad de su propia casa.
No olvidemos que en el parto la mujer necesita desactivar el cortex cerebral para sumergirse en el proceso físico y fisiológico que está viviendo. Y tampoco hay que desdeñar la influencia de la adrenalina (hormona segregada en momentos estrés físico y emocional y ante situaciones de incertidumbre o miedo) a la hora de detener el parto. Por eso, cada mujer necesita refugiarse en un lugar donde se sienta segura y bien atendida a la hora de iniciar el trabajo de parto. Y, como cada mujer es única, las opciones deberían ser múltiples y no estandarizadas.
Pero, después de escuchar algunas de las opiniones de hoy, también he llegado a la conclusión de que una matrona (o un ginecólog@ ¿por qué no?) también debería atender solo un parto donde se sienta seguro. Hoy en día la mayoría de las matronas se negarían a atender un alumbramiento domiciliario. No se sienten seguras, temen a lo que pueda pasar, sienten que no tienen a su disposición todos los medios necesarios... Y eso desembocaría en un fracaso anunciado de cualquier intento de acompañar un parto en casa.
De igual manera, muchas matronas que han vivido y acompañado a mujeres que han dado a luz en su hogar, se sienten violentas cuando tienen que trabajar en el ámbito hospitalario. Y aún más cuando lo hacen bajo las órdenes de supuestos profesionales que no sienten el más mínimo respeto por el parto y por las mujeres que lo protagonizan.
Por eso, creo que el equilibrio está en la posibilidad de elegir. En realizar decisiones realmente informadas entre el abanico de opciones disponibles en cada ocasión. Y esto debería ser así tanto para las mujeres embarazadas como para las matronas y otros perfiles sanitarios que atienden a las parturientas. Desde luego, la mujer embarazada debe buscar y exigir toda la información sobre las distintas opciones disponibles, pero también en obligación de los sanitarios formarse, actualizarse y basar su actuación profesional en la evidencia científica y no en miedos infundados, temores o mitos.