Meando Contra Viento, nº 4: Un poema de Felipe Zapico & Otro de Luis Miguel Rabanal:

Publicado el 03 junio 2014 por David David González
El pasado sábado se presentó en León, en el Gran Café, el número 4 de la revista Meando Contra Viento:
Foto de cubierta: Santos M. Perandones
La revista se abre con un poema de Felipe Zapico. Todo el que lo conozca sabe que Felipe Zapico, Zapi, es una persona entrañable, que se hace querer, por su simpatía, su generosidad y que además tiene unos detalles que te desarman por completo: pues bien, el pasado sábado salió a recitar ese poema con el que una vez más, y cuántas van ya?, logró sorprenderme y emocionarme. Gracias, querido Zapi:

En este número 4 se incluyen trabajos además de: David GonzálezMiguel Ángel Martín, Luis Miguel Rabanal, Ignacio Fernández Herrero, Amando Casado, Nuria Palencia, Rafael Martín-Granizo, Carlos Cuenllas, Juan Carlos Mestre, Julia Liébana, Alfonso Xen Rabanal (muy grande su recital del pasado sábado en el Musac), José Manuel Redondo "Lolo", Abel Aparicio, Javier Carro "Lujacarle" y Nicolas Marper. Te dejo con el texto, en prosa poética, de Luis Miguel Rabanal:

ESTORES
Si fuera por mí, le responde él, nadie más que tu llegaría al final del verano con su cuerpo tibio y sus heridas frescas. Si fuera por mí te habría olvidado como se olvida una náusea, a ver quién da más por tan poco delito. Al dolor le falta una última indisposición para ser el rehén de mi deseo, le responde ella, nos va a sobrar la hora del ajustado narcótico porque no es legítimo el vicio a no ser que quieras utilizar mi boca para dar la matraca... Y así hasta la burla. Detrás de ellos se ocultan botellas, hay orugas que bullen, sobre las dalias se ciernen peligros, miles de peligros, no importa su edad que es tan breve como la canción del soldado que no aprendía a amar a J. Si fuera por mí, prosigue él, te habría llevado hasta la orilla de la noche, allí donde se bañan las niñas meticulosas que lloran sin piedad porque son muy felices y lo dicen a gritos, te habría comprado el juguete más dulce, ni recuerdas  mi nombre. Ya no recuerdo ni siquiera tu nombre, prosigue ella, me la mismo tu bondad que el muñón miserable de aquel otro que mira, me suena mal tu voz, no me jodes bien, deberías soñarlo. Alguien camina cerca con pies diluidos y borran sus huellas lechuzas.
Y te dejo con un enlace en el que hay algunas fotografías de la presentación y de otras historias de:
MEANDO CONTRA VIENTO