Este domingo ha sido uno de esos días, donde mis amigos y yo, hemos rendido pleitesía al título del blog y a su idiosincrasia, que no es otra que la de disfrutar del running y de la buena compañía, ya que para mí, lo más enriquecedor de este mundillo, es compartir experiencias y anécdotas con personas unidas por una misma pasión y que tienen inquietudes similares a las tuyas, alrededor de una mesa, mientras degustas los productos típicos de la zona, regados con una cerveza bien fría. Esta recompensa viene precedida de un arduo trabajo, que comienza bien temprano el día de la carrera: como habíamos pactado la noche anterior, nos encontramos a las 9:15 en la puerta de la cafetería de la estación de Salamanca, que está situada a escasos metros del andén donde estaba esperando el tren que nos llevaría a Babilafuente.
Subimos a un abarrotado vagón los cinco integrantes de la expedición, Juan Carlos, Romo, "Niño", Pedro y yo. El tren lo pone la organización de la carrera, ya que la salida está situada a 20 kilómetros de la meta, caso similar a la Behobia - San Sebastián; es muy curioso, porque junto a los corredores, va un nutrido grupo de acompañantes que estarán con nosotros, hasta que se de la salida en Babilafuente y luego se volverán en el mismo tren, haciendo varias paradas a lo largo del recorrido de la prueba, para animar a los participantes. El trayecto dura unos veinte minutos, durante los cuales no paramos de bromear y dar consejos al debutante en la distancia que es Pedro. A la llegada al pueblo nos espera una inmensa cola para recoger los dorsales, pero con la animada charla y las bromas, cuando quisimos darnos cuenta, ya los teniamos en nuestro poder. Aún restaba más de una hora para el comienzo de la carrera, por lo que decidimos tomar un café y así aprovechar para ir al baño. Después, nos dirigimos a la plaza del ayuntamiento, donde estaba situada la salida, buscamos un rincón para aposentarnos y allí mismo nos cambiamos. Me sorprendió bastante la tranquilidad con la que afrontó Pedro los prolegómenos, porque yo, a día de hoy, aún sigo poniéndome como un flan en los momentos previos al pistoletazo de salida. Durante el calentamiento, aproveché para saludar a la familia que se había acercado hasta allí, (mi mujer, la peque, mis suegros, mi cuñada y mi primo con las niñas), también tuve tiempo de saludar a los compañeros de Rubén García Hermoso, el chico de Plasencia, con el que hice gran parte del maratón de Madrid y con el que aún mantengo el contacto; una pena que no pudiera asistir. Deseo suerte a mis compañeros y busco mi lugar entre la multitud.
Con puntualidad británica se dio comienzo a la prueba y por una vez y sin que sirva de precedente, logré no despistarme y salir cómodamente junto a "Niño", en el grupo de cabeza. La temperatura es ideal para correr, pero tras un par de vueltas por Babilafuente a resguardo del aire, enfilamos la carretera dirección Salamanca, donde nos está esperando con los dientes afilados, un fuerte viento en contra, que no nos abandonará en ningún momento del recorrido. Como siempre, los dos primeros kilómetros son rapidísimos, a su paso marco 7'40'', pese a ello, ya no tengo contacto visual con "Niño", está muy por encima de mi nivel. Es el momento de acoplarse a un grupo que se adecue a mi ritmo y tratar de hacer el máximo número de kilómetros al abrigo de éste. En el cuatro llega por sorpresa a mi par, Jose Manuel, el amigo de Nel, ya no nos separaremos prácticamente hasta la llegada a Salamanca. Nos sabemos la teoría al dedillo, (lo de ir al resguardo del grupo), pero la práctica fue muy diferente, en el kilómetro cinco y coincidiendo con el primer avituallamiento, uno de los que iba en cabeza apretó un poco el ritmo y se llevó a su rueda a buena parte del grupo, empezó a clavar todos los parciales en 4'00, y paulatinamente nos fue dejando atrás, ya que a duras penas nosotros podiamos sostener el ritmo a 4'05". Desde este punto y hasta el dieciséis, Jose Manuel y yo, estuvimos comandando el grupo que cada vez era más nutrido, ya que por detrás iban enlazando unidades, haciendo un esfuerzo por no rodar en solitario. La verdad, es que en este tramo central de la carrera me encontré muy cómodo, pese a ir luchando contra el aire y las continuas subidas y bajadas de la carretera, no echaba en falta relevo alguno. Los entrenamientos de calidad están surtiendo efecto y estoy en franca progresión. Es aquí, donde para mí, empieza lo más duro de la carrera; parece que el grupo que nos precede va perdiendo fuelle y cada vez les tenemos más cerca. En uno de los múltiples repechos paso por ciertas dificultades y me giro para ver como va el pelotón y para decirles que ya va siendo hora de dar un relevo, a lo que varios miembros de un mismo equipo responden poniendose en cabeza y agradeciendonos el esfuerzo. En el diecisiete cazamos al grupo delantero y aguantamos en la cola un kilómetro, ibamos muy cómodos, pero cuando vimos que se nos disparaba el ritmo a 4'20", decidimos hacer un último esfuerzo y saltar.
Nos lo tomamos como una serie de 3000, así que de aquí al final fuimos a cuchillo. Estos tres últimos kilómetros son durísimos, por lo que terminamos de joder la media, veniamos con una proyección para terminar en 1h 25' y al final casi nos vamos a 1h 27'. Cuando llegas al veinte y medio dejas de subir y de sufrir, la meta está situada en el Paseo del Rollo, es una zona muy familiar para mí, ya que mis suegros viven a unos trescientos metros de la llegada. Cuando enfilo la recta de meta, voy buscando entre el numeroso público a mi familia, enseguida les localizo y me acerco para chocar la mano de las peques y saludar a los demás. Es una sensación grande, porque en sus miradas ves orgullo y reconocimiento, aprieto el paso y cruzo la meta. 1:26:50, puesto 65 de la general y 20 de mi categoría; segunda mejor marca de siempre, en unas condiciones nada favorables, por lo que estoy enormemente satisfecho.
El primero de mis compañeros en entrar fue "Niño" en 1:23, lo dicho está en un estado de forma espectacular. Juan Carlos y Romo entraron en 1:46 que es una marca importante dada la dureza de la prueba, los faltones por una vez se pusieron de acuerdo y entraron de la mano. El último de la expedición, pero que sin lugar a dudas, logró la mayor proeza del día, fue el señor Pedro Galán, que completó su primera media maratón en 2:04. Mi más sincera enhorabuena y admiración.
Quiero hacer una mención especial a la organización de la prueba, ya que cumplió con creces con las espectativas y atenciones que cualquier atleta popular desea recibir y más mérito tiene aun si cabe, por ser una de las pocas pruebas del calendario totalmente gratuitas. Cuánto deberían aprender otras carreras con más renombre de esta gente. Gracias por todo y nos vemos en proximas ediciones. Un saludo a todos los viciosos del running.