Medidas preventivas en la lucha contra el acoso escolar

Por Francisco Nebot Edo

Recientemente nos hemos sobrecogido con la historia de Diego, un niño que vio en el suicidio la única vía de escape al bullying al que estaba sometido de manera sistemática en su colegio. Más tarde, se han descubierto en este mismo centro más casos similares. Trataré de describir las razones de estos actos y sentar las bases para una intervención por parte del centro, familias y agentes implicados (acosadores, acosados y observadores).

El bullying o acoso escolar es la intimidación, violencia y el maltrato entre escolares de forma repetida y mantenida en el tiempo, casi siempre lejos de la mirada de personas adultas, con la intención de humillar y someter abusivamente a una persona indefensa por parte de una persona o grupo acosadores mediante agresiones físicas, verbales y sociales con la consecuencia de temor psicológico y rechazo grupal.

Con las nuevas tecnologías, el acoso ya no solo está enmarcado en el contacto físico, sino que también puede trascender hacia el ciberespacio en las redes sociales, de manera que esa violencia intimidatoria puede salir del marco de las instituciones escolares. Así no sólo se emplean las redes sociales, sino que utilizan grabaciones de sus conductas para a modo de abuso de poder reafirmar su supremacía.

Además de la invisibilidad hacia el mundo adulto (padres, docentes, psicólogos, etc.) comentada al principio, se caracteriza por la repetitividad y sostenimiento en el tiempo,  que la persona que sufre bullying tiene rasgos personales o peculiares (alumnos novatos, otras nacionalidades, aspectos físicos diferentes, etc.) y sobre todo que se muestra en una situación de absoluta inferioridad, con consecuencias en un deterioro progresivo en su integridad (física y psicológica) y el aumento de la inseguridad del escolar acosado.

Este  problema que considera la utilización de la violencia de manera normalizada, se desarrolla en diferentes localizaciones dentro del entorno escolar, exteriores (recreo, patio), áreas generales de interiores (comedor, pasillos, aseos),  transporte público (autobús escolar) o por medios tecnológicos (telefonía móvil, internet).

Existen unas serie de indicadores que nos las primeras señales de alerta para que el centro de enseñanza ponga a trabajar para atacar  el problema para frenar su avance y aumentos de casos. Entre las señales que nos indican que tenemos un alumno que está siendo acosado se encontrarán las faltas de asistencia, menores rendimientos escolares, dificultades de concentración, miedo, apatía, conductas  de huida y aislamiento, depresión, negación de los hechos, emotividad extrema, pánico, nerviosismo y en el peor de los casos amenaza de suicidio.

El escolar podría llegar a mostrar una respuesta agresiva que será seguramente rechazada por la persona agresora o grupo agresor. Esto unido a una respuesta pasiva, que es provocado por el sentimiento de aislamiento o falta de apoyo por parte del resto de la clase (piensan que serán atacados por el/los agresor/es si lo hacen), retroalimentan el círculo vicioso en el que está inmerso el niño/a.

Para Rosa Zayas, psicóloga, especialista en Terapia Familiar de Interpersonal, “para que exista acoso escolar o bullying, se da siempre la existencia de verdugo, víctima y observadores”. Así, la intervención ha de pasar por incidir en alguno de estos tres grupos, debiéndose:  

  • Tomar medidas preventivas inmediatas, pues el acoso existe, no se puede ignorar y si se hace incurriremos en un grave error.
  • Realización de diversas actividades con el grupo o los grupos de quienes están implicados en esas situaciones: visionado de videos, elaboración de un decálogo anti acoso, elección de ayudantes de grupo, etc.
  • Proponer sesiones o talleres formativos para todo el claustro: comentar al profesorado las medidas a realizar ante una situación de psicoterror, las tareas a realizar en el seguimiento, organización de debates y acciones, etc.
  • Tener en cuenta las diferencias personales ya que para lo que para uno es acoso para otro no lo es.
  • Utilizar los profesionales especializados del propio centro (psicólogos, psicopedagogos) para aunar esfuerzos con el fin de frenar el sufrimiento.
  • Los profesores han de escuchar y creer al acosado, procurar no minimizar o ignorar las quejas del alumnado, empatizar y conocer los sentimientos generados por la situación, fomentar sentimientos de esperanza y manifiesto de la idea de ayuda, ayudar en el proceso del daño, vigilancia, nombrar profesora, profesor u otros que garanticen el acompañamiento, etc. Tener en cuenta que el desequilibrio de poder, hace que muchas veces si dificulte la mediación como herramienta de resolución del conflicto, por lo que serán necesarias varias intervenciones.
  • El profesorado con respecto a las familias del acosado, deberá crear una comunicación de tranquilidad, apoyo, empatia, atenuación de sentimiento de culpa y de responsabilidad (la responsabilidad de actuación siempre es de un colectivo –profesionales, profesorado, etc -), convencer que medidas son las más adecuadas y sobre todo informar que existen herramientas (protocolos de intervención familiar, medidas para detener acoso fuera y dentro del centro). Conocer la historia familiar, tranquilizar a la familia y mantener una comunicación frecuente con los diferentes miembros (padres, hermanos).
  • El profesorado en relación a las familias de los acosadores, siempre mantendrá una actitud de escucha, no culpabilizará, solicitará colaboración para frenar el acoso, no promoverá el castigo, explicará las medidas que se aplicarán en el centro para cada parte, les pedirá que se pongan en el lugar de la familia que sufre el acoso e informará periódicamente sobre los resultados de las medidas adoptadas. Se recomienda reunir conjuntamente a las familias implicadas, aunque al principio se haria de manera separada.
  • En relación a los acosadores, se hablará ellos sin culpabilizar, se mantendrá la confidencialidad, fomentará la responsabilidad de reparación del daño, buscar la participación en el hallazgo de soluciones, nunca se nombrará al que sufre el acoso y hará el seguimiento de las acciones.
  • Con los observadores, se mantendrá la confidencialidad por medio de un “buzón virtual” de denuncias anónimas, se elegirán “ayudantes” de grupo, se fomentará la práctica de actividades grupales de prevención de acoso escolar y se promoverá que se denuncien las acciones agresivas así como episodios de agresiones físicas y/o verbales.

Las familias de los acosados:

  • Observar para detectar las señales de acoso: evitar recurrir a frases como “no les hagas caso” o “aguanta y no te quejes”, sino al contrario, enterarse de qué está ocurriendo y poner las medidas necesarias.
  • Enseñar a enfrentar el acoso: sin instar a una pelea, enseñar al niño a hacer frente a una situación de acoso, ayudar a identificar a los profesores y personas mayores que lo pueden socorrer.
  • Inculcar el uso responsable de la tecnología, supervisar y regular el uso de móviles, poner el ordenador de los niños en la sala.

Las familias de los acosadores:

  • Detener el acoso antes de que se inicie: hablar con tus hijos del acoso escolar, es posible que el hijo tenga dificultades para entender ciertos signos sociales o ignore hasta que punto sus acciones puede hacer daño.
  • Crear una casa libre de acosadores: el ejemplo es el mejor método de enseñanza, porque los niños suelen imitar a los padres. Un comportamiento agresivo o un entorno demasiado estricto pueden provocar el acoso escolar.
  • Detectar problemas de autoestima: un niño con autoestima baja puede buscar en la agresión una forma de sentirse mejor consigo mismo y respetado (fuente Asociación Americana de Psicología). Estamos en un periodo de fuerte recesión económica en el que existe una perdida de valores ya desde la misma infancia, esa frustración, puede ser desencadenante de episodios de agresividad en el niño.

Como sostiene la psicóloga Rosa Zayas “para mejorar las situación de bullying,  es necesario intervenir en alguna de las partes implicadas, como el grupo de observadores, esto tiene resultados muy satisfactorios en países como Finlandia”.

Hemos visto que este grave de problema, tiene solución, siempre y cuando se lleve a cabo de manera integradora por las diferentes partes (centro, padres, alumnos, profesores y profesionales de la psicología y trabajo social). Lo que nunca se ha de producir es negar los hechos mirando hacia otro lado, esto produciría incluso en el peor de los casos un aumento de los casos de bullying.

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[foto: Autor D. Sharon Pruitt -Crying child with blonde hair- bajo licencia creative commons] 
[Agradecimientos: mi más sincera gratitud por la colaboración y supervisión de Rosa Edel Zayas Reyes en la preparación del presente post sin cuya inestimable ayuda me hubiera resultado una gran empresa]