En la provincia de Soria, a unos 160 km de Madrid, localizamos un pueblo declarado Conjunto Histórico Artístico en los años 60, asentado sobre un cerro, dominando el valle del Jalón, ahí está nuestro destino. En este lugar confluyen diferentes atractivos turísticos pero, para nosotros, el mayor es la sensación que transmite su conjunto.
Pequeñas calles tortuosas, empedradas y estrechas, que conforman el cuerpo del municipio y su esencia. En algunas tienes la sensación de que al colocar los brazos en cruz tocarías ambas paredes simultáneamente. Las casonas, y su pintoresca Plaza Mayor, son algunos de los elementos que configuran una localidad que sorprende con solo pasear por ella.
Pero detrás de las sensaciones de encontrar un decorado como este se encuentran las secuelas de lo que el tiempo ha dejado en su ser. Medinaceli tiene dibujadas las huellas de la Historia en el municipio.
Construida entre Toledo y Zaragoza, al lado de la calzada romana que unía esta ruta, Medinaceli alcanzó una importancia notable en esa época. Posteriormente, los árabes hicieron del lugar un cuartel general, estando a la cabeza del grupo Almanzor, quién dice la leyenda que murió en la localidad y que se encuentra enterrado allí. Condado en época de Alfonso VIII, y Ducado en época de los Reyes católicos, así Medinaceli ha estado en boca de todos.
A un lado del arco, la villa, al otro un valle que visto a través de la construcción parece una ventana hacia el infinito, por un lado caminos que serpentean entre la vegetación, por el otro, haciendo un contraste que parece irreal; unos muros del siglo II o III d.c, y unos enormes molinos de viento del siglo XXI comparten paisaje… Es curioso ¿Verdad?
En la Plaza mayor, también se puede encontrar la Alhóndiga del s.XVII, edificio dedicado a las transacciones económicas, una construcción de dos plantas, caracterizada por sus galerías de arcos. En la planta baja, zona posterior, estuvo ubicada la cárcel judicial.
Como curiosidad de la época actual, y por si alguno lo recordáis, hace unos años se rodó un anuncio de Pepsi y el Real Madrid de corte medieval, el escenario de ese “spot” publicitario fue la citada plaza.
La villa fue ciudad amurallada tanto en época romana como musulmana, de la que aún quedan muestras, de hecho, en uno de sus extremos, hacia el poniente, os encontrareis el llamado arco árabe y siguiendo el camino podréis observar restos de ambas murallas. Un paseo relajante alrededor de la misma decorada por el verde de la vegetación.
La Plaza en la que se ubica la colegiata de Nuestra Señora de la Asunción tiene un encanto especial. El edificio religioso del s. XVI y estilo gótico, hipnotiza la mirada sobresaliendo su gallarda torre de casi 40 metros de altura. En su interior, destacar una reproducción del Cristo de Medinaceli, la sillería del Coro y el altar mayor barroco.
Podréis encontrar varios establecimientos donde parar a reponer fuerzas. Nosotros comimos en un restaurante, que también era alojamiento rural, llamado La Cerámica, un sitio bastante acogedor, cálido, con un servicio amable, sin resaltar nada especial gastronómicamente hablando, pero que su relación calidad precio era adecuada.
El paseo por la Villa te acerca y te aleja de la Historia en diferentes épocas, evoca imágenes de película. El presente y el pasado conviven en un mismo lugar. Desde lo alto de la colina se observan las tierras de Castilla, con un horizonte lejano, casi infinito, como cuando miras al mar y parece no acabar…
¿ Tienes planes hoy?