Medioambiente e industria

Por Karlosv9

La industria tiene como objetivo principal lograr beneficios económicos y ampliar su área de ventas al mayor número de países posible. Si para ello es necesario aplicar criterios de desarrollo sostenible en su actividad, la industria no tiene inconveniente en invertir en dichos aspectos para ganarse el favor de un tipo de consumidor más exigente. El sector alimentario es el mejor ejemplo de cómo la industria se adapta a las exigencias de la sociedad. Ahora,  una gran parte de productos son naturales, sin aditivos; se publicitan como provenientes de prácticas y métodos sostenibles  y un largo etcétera de características cuyo objetivo es ganar mercado entre aquellos consumidores concienciados con la conservación del medioambiente. Pero, ¿para cuándo un estándar europeo de prácticas sostenibles para las empresas? ¿Cuándo se obligará a pagar a quien daña el medioambiente con su actividad industrial? ¿Cuándo se penalizará seriamente a quienes nos quieren vender sucedáneos en nombre de la ecología y la sostenibilidad?

Dentro del sector de la alimentación, el agua embotellada reúne todas las contradicciones que muestra la industria en relación al impacto medioambiental de su actividad. Mientras que se siguen dando pasos de hormiga en cuanto a la prohibición del uso de pesticidas en espacios públicos, el grupo suizo Nestlé se felicita a sí mismo por el control y la protección relacionado con el uso de pesticidas en el entorno próximo a sus dos fuentes más importantes de agua mineral. En efecto, la multinacional suiza hace años que prohibió el uso de pesticidas y herbicidas en el entorno verde en el que se localizan sus dos manantiales más preciados. Se trata de una zona de más de 10.000 hectáreas comprometida con el lema “Cero Pesticidas”,  con lo cual se protege la calidad del agua y la biodiversidad local. Este detalle es la prueba de que cuando el impacto medioambiental está directamente relacionado con los resultados económicos de un producto, la industria no tiene inconvenientes en buscar soluciones.

Sin embargo, ¿se trata de un convencimiento y una hoja de ruta definitiva para la empresa? Este detalle, seguramente parte de una estrategia comercial,  no puede hacer olvidar el enorme impacto medioambiental que generan los millones de toneladas de agua embotellada transportadas por todo el mundo y las toneladas de plástico que por desgracia acaban en ríos y mares. De hecho, el negocio del agua embotellada se sostiene en función de la mala calidad del agua potable en muchas zonas del planeta causada por la contaminación de las capas freáticas debida a la actividad industrial y agrícola.

Porque, en el caso de que se acabara con las prácticas agrícolas de la gran mayoría de empresas  e industriales que contaminan con nitratos y pesticidas la tierra, ¿existiría el agua mineral embotellada? Por otro lado, la actividad del agua embotellada que tantos beneficios aporta a los gigantes de la agroalimentación, debe mucho a la degradación del acceso a un agua potable natural.

Si la gestión que lleva a cabo Nestlé se implantara en todas las zonas similares del planeta, el agua que de ellas obtiene la multinacional suiza dejaría de tener  sentido.

La nueva economía del futuro debe aplicar una lógica sostenible en todos los sectores. Si al elaborar informes y publicar análisis económicos se tuviera en cuenta el bienestar de las personas,  los mercaderes que nos venden productos milagro o encubiertos desaparecerían de inmediato. Las empresas tienen la obligación de respetar los recursos naturales, el desarrollo debe ser sostenible y para llegar a ello el consumidor debe actuar como vigilante y juez ante  y sus prácticas. Muchas actividades económicas actuales cambiarían, desaparecerían  o se verían seriamente modificadas en su adaptación a unos estándares de sostenibilidad cada día más urgentes.

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