Mediocres y trepadores

Publicado el 13 abril 2021 por Manuelsegura @manuelsegura

Era previsible que la denigrante imagen que de la Región de Murcia se está ofreciendo en estas semanas al resto del país la provocaran sus políticos y no exponentes de otras disciplinas. Qué sencillo es destruir en un instante lo edificado por gentes como Carmen Conde, la escritora cartagenera que fue la primera mujer que ocupó un sillón en la Real Academia Española en 1978; o Narciso Yepes, ese músico lorquino, embajador universal con su guitarra de diez cuerdas; o Paco Rabal, el actor aguileño que se ganó el corazón de medio mundo con su arte, su bonhomía y su cachaza; o José Luis Castillo Puche, el literato yeclano a quien Hemingway siempre consideró su amigo predilecto. Son solo unos cuantos ejemplos del pasado reciente de esta tierra, cuatro personajes que pasearon y proyectaron el nombre de esta comunidad por el mundo entero, haciendo gala de sus virtudes y excelencias.

Supongo que a casi todos nos ha ocurrido lo que al que suscribe: amistades que desde otras latitudes nos preguntan qué es lo que pasa aquí, donde salimos a sobresalto diario por causa de una deplorable clase política que no ha sabido estar a la altura de las circunstancias. Suena a aquello de los peores gestores para la peor época, les suelo responder. Triste desconsuelo para quienes creímos que estos sabrían estar en su sitio ante una crisis sanitaria de la magnitud de la que nos asola. Nada más lejos de la realidad. Ellos se pusieron a lo suyo, a jugar a la política con miles de muertos, los hospitales al borde del colapso y una ciudadanía presa del terror frente a lo desconocido.

Con todo, cuesta explicarle a los de fuera lo que está pasando en la Región porque ni nosotros mismos somos capaces de entenderlo. Si acaso, acertamos a argumentar que el origen pudo estar en que, en los últimos tiempos, los pirómanos fueron puestos a vigilar el bosque, con el riesgo evidente que esto entrañaba para la seguridad no solo del arbolado, sino de la población en general. De la mediocridad apenas se suelen obtener fracasos. Mediocre y trepador, y se llega a todo, que dijo Beaumarchais, el mismo que añadió que con ser mediocre y saber arrastrarse se llega a todas partes.

Nuestros políticos de andar por casa exhiben una autosuficiencia en su lenguaje que apabulla. Pretenden hacernos comulgar, día sí y día también, con sus ruedas de molino. Vendernos que lo blanco es negro o que el agua del mar no es salada. Hay quienes compran asiduamente estos mensajes como gente dócil que son, afines al pastor, con muestras de adhesión inquebrantable. Muchos pastan en el rebaño y, por lógica, no quieren perder el sustento. 

Hace años que por estos pagos se extinguió el carácter rebelde de sus gentes. Baste con visualizar ‘El año del descubrimiento’, ese premiado documental de Luis López Carrasco sobre la crisis industrial de Cartagena, y comparar aquello con esto. No es cuestión de apelar tan solo a lo que de violento se trasluce en el guion, sino al poder reivindicativo de extenuados seres humanos que creyeron llegar al límite de su aguante. Gente de izquierdas que se sintió traicionada por los suyos, a los que se ninguneaba, ni se les recibía ni se les escuchaba, y a los que se trató con desprecio y desdén desde los despachos enmoquetados de la dirigencia socialista a comienzos de la década de los noventa.

Es lógico y normal que la desesperanza cunda entre muchas de las personas que no se resignan a que todo siga igual para que nada cambie. Vivimos tiempos de estados de alarma, de toques de queda, de cierres perimetrales, de ERTE, de desasosiego… El gran Juan Ramón Jiménez solía decir que si alguna vez nos entregaban un papel impreso con la pauta a seguir, que le diéramos la vuelta y escribiéramos por detrás. Es a lo que nos conduce esta situación política, en la que cada uno hace de su capa un sayo, aquellos que se nos presentan como excelsos vendedores de humo y encima pretenden que les compremos un coche de segunda mano. 

[‘La Verdad’ de Murcia. 13-4-2021]