Paso a detenerme en la relación existente entre los conceptos poder y mediocridad: porque parece que solo los mediocres ganan, los maniobreros; los jugadores de pares y nones; esos que están diseñados para manejar el presunto poder sobre sus partidos políticos y, después, tomar decisiones por nosotros. Y precisamente con esta premisa desembarcan mis argumentos en la orilla de los temas de Canarias.
Tres presuntos líderes representativos en las instituciones (por orden de votos en las últimas elecciones) José Manuel Soria, Paulino Rivero y José Miguel Pérez.
El primero, caudillo del PP canario por la gracia de Mariano. Barre, premia y castiga en sus congresos aclamantes; no hay quien le tosa y a eso le llaman democracia interna. Aunque ya no lo porte sigo viéndole con su autoritario bigote diluido en los cursos de asesoramiento e imagen del partido.
El segundo, ajado y amarrado a la poltrona, auténtico capataz de los intereses que de verdad mandan en Canarias. Tiene por costumbre no olvidar una afrenta, rencoroso y ventajista con el reparto de las migajas del poder; escapó loco en su último congreso del que sus biógrafos de cabecera dijeron que salió “reforzado”.
Y el tercero en liza, el gris socialista. Ejemplo de que a veces quien no sabe ganar es el que mejor administra sus derrotas, porque ya contaba con ellas. Otro paladín que salió de las aulas para entregarse a la oligarquía dominante. Escasa personalidad, contestado liderazgo, maestro de la justificación permanente. Vicepreside pero no manda, con apenas la mitad de los apoyos de su partido dice que ha salido reforzado…
Conclusión: Mediocres, manipuladores, rencorosos, interesados, sin escrúpulos, vanidosos y ciegos (sin aludir a su vista) son las condiciones básicas para mandar en esas organizaciones que han secuestrado a la democracia; los actuales partidos políticos.