Pero en realidad creo que el problema está en los insultos. Seamos sinceros: los improperios pronunciados con boquita de piñón y las egges a la fgançaise suenan mucho menos malsonantes, valga la redundancia.
Y, si no me creen, prueben a decir "merde" en lugar de "mierda". O llamen a alguien "conard" en vez de "gilipollas". Pues eso.