Claro que, para cuando he querido llegar a la pescadería, no sé cómo, pero ya tenía un enjambre de abuelillas con carro delante mía... "¿Qué tal Antonio? La de escombros que están sacando..." (No sé a qué escombros se refería la mujer, pero bueno)
El caso es que yo era la única que no era de la "familia" del pescatero!
Al final, tener que esperar un poquito me vino muy bien, pues así eché un vistacillo a las ofertas y me decidí por un menú distinto al que planeaba. Al final, mejillones y una pescadilla que decía "cómeme" (claro está, después de cocinarme. Ja,ja!!!)
El primero de esos platos os lo dejo ya hoy y la pescadilla, que será el plato de mi cena, espero dejárosla mañana.
La receta de los mejillones es del maestro Karlos Arguiñano, creo que la hizo un par de semanas atrás, pero no estoy muy segura.
Mira que me fijé en el emplatado, pero hoy, a la hora de emplatarlos, no estaba inspirada y, la verdad, creo que me ha fallado un poco (David, tampoco estaba muy por la labor de emplatar... No paraba de preguntar por la salsa y ya estaba temblándole todo. Él sólo pensaba en barquitos de mejillón...)
El plato ha quedado muy rico, así que, os invito a hacerlo como entrante. Es muy facilito de preparar (lo peor es limpiar los mejillones. Je,je!!) y los mejillones están super bien de precio; a mí me han costado a 2,80€ el kilo. No está mal, ¿verdad?
Venga a ello...
1 kilo y medio de mejillones frescos
1 cebolla
1 pimiento verde
1 kilo de tomate maduro tipo pera
2 dientes de ajo
1 o 2 guindillas cayena
1 cucharada de harina
1 vaso de vino blanco
1 hoja de laurel
azúcar (una pizca para el tomate)
aceite de oliva virgen extra Oro del Desierto
sal
perejil fresco (para decorar)
Preparación:
1.- Lo primero es limpiar muy bien los mejillones: los rasparemos bajo el agua con un cuchillo, quitaremos las "barbas" y luego frotaremos con un estropajo (yo utilicé uno de fibra verde), lavándolos muy bien.
2.- Ahora pasamos a cocerlos para que se abran. En una cazuela, ponemos un vaso de vino blanco.