Bellísima mujer eslovena de 47 años con un curriculum como exmodelo ampliamente comentado. La tercera esposa del magnate se encontraba plácidamente acomodada a la alta sociedad neoyorquina en donde no se precisan elevadas cualidades comunicativas más si se dispone de un exquisito gusto estético. Y de repente se encuentra a las puertas de la Casa Blanca.
La definen como una mujer tímida, perfeccionista, superficial y discreta. La decisión de su marido de pasar a política no pareció ser de su agrado por la notoria exposición pública que conlleva. Pero ¿quién puede parar a Trump?.
Comienzan entonces las comparaciones con su antecesora Michelle Obama , sin embargo Melania Trump parece haber dejado muy claro el papel que piensa asumir en su nueva posición, que no es otro que el tradicional rol de mujer sumisa que apoya a su esposo sin acaparar apenas protagonismo. Convirtiéndose de esta forma en la esposa ideal para un político conservador. Una bella mujer que acompaña, apoya y adula desde una segundona posición carente de responsabilidades.
El artículo del New York Times titulado: “Por qué los hombres quieren casarse con Melanias pero quieren hijas como Ivanka” desvelaba la dualidad machista que impera en esta concepción tradicional de roles. Y es que mientras Melania se muestra como la mujer a la sombra, la hija de Donald Trump, Ivanka refleja a la mujer de negocios, independiente de la que el presidente presume.
Atrás quedaron por tanto, las apariciones de una primera dama fuerte, decidida y capaz. Una mujer que representa a todas aquellas princesas divergentes que rechazan los estereotipos de género.