¡Melisande! ¿Qué son los sueños? - Hillel Halkin

Publicado el 24 marzo 2014 por Rusta @RustaDevoradora

Edición: Libros del Asteroide, 2014 (trad. Vanesa Casanova)Páginas: 264ISBN: 9788415625735Precio: 18,95 € (e-book: 10,99 €)La literatura es una de las pocas profesiones que pueden empezar a ejercerse después de la jubilación; de hecho, para contar determinadas historias incluso resulta recomendable esperar a tener cierta experiencia vital, como hace el escritor judío Hillel Halkin (Nueva York, 1939) con su ¡Melisande! ¿Qué son los sueños? (2012), una ópera prima publicada a los setenta y tres años en la que plasma una voz madura fundamental para enfocar el tema planteado. No obstante, el vínculo de Halkin con el mundo literario viene de lejos, porque cuenta con una larga carrera como crítico, biógrafo y traductor de hebreo y yiddish. Esta proximidad al ámbito de las humanidades y las letras, esta erudición, es otra clave de la novela.El narrador de ¡Melisande! ¿Qué son los sueños? responde al apodo de Hoo y, a diferencia de las primeras personas habituales, no escribe para sí mismo ni para el lector, sino que se dirige a Mellie, la mujer a la que amó, como una carta de amor cargada de recuerdos cuya finalidad no se desvela hasta el desenlace. Esta particularidad, esta presencia constante del , permite acceder a un espacio privado; un efecto similar al de asomarse por la ventana hasta sentirse turbado por contemplar una escena tan íntima que abruma. La complejidad aumenta, además, porque la obra carece de la estructura lineal al uso; es más bien una sucesión fragmentada de imágenes memorables que, poco a poco y con un buen uso de los silencios, construyen la relación entre Hoo y Mellie.Los orígenes de esta historia se remontan a los años cincuenta, cuando tres amigos, Hoo, Mellie y Ricky, se encargan de la revista literaria del instituto. De entrada, el libro parece la evocación nostálgica de un amor de juventud; el clásico triángulo de tres jóvenes soñadores llenos de un entusiasmo desbordante ante la vida. Sin embargo, pronto la novela crece, se adentra en la época de la universidad y el posterior asentamiento, de modo que abarca una larga etapa hasta la madurez. El contacto entre los tres pasa por momentos frágiles e intermitentes, aunque esa unión inicial permanece como un punto de partida imborrable. Hoo se convierte en profesor de filosofía clásica, Ricky se interesa por la meditación tibetana y Mellie termina los estudios mientras sus sentimientos se mueven entre dos aguas.Quizá la cualidad más admirable de la novela es su honradez, su transparencia para plasmar una relación amorosa con toda su complicidad y toda su pasión, pero también con todos sus errores, sus problemas, sus reproches. La lectura duelepor este retrato tan vivo de la imperfecta naturaleza humana, un retrato que por su carácter de recuerdo está empapado de añoranza y melancolía. El autor no necesita recurrir al dramón para conmover; se inspira en lo cotidiano, experiencias realistas y crudas fáciles de reconocer, y es que, ya se sabe, para contar una historia de amor extraordinaria no hacen falta ni héroes ni villanos; las personas, con nuestras equivocaciones y nuestro resentimiento, la dotamos de intensidad a diario. Pese a todos estos grises, el relato de Halkin invita a creer en la fuerza del amor, por el afecto hacia Mellie que Hoo demuestra en cada palabra y por ese final esperanzador que da sentido a la obra.Por si fuera poco, ¡Melisande! ¿Qué son los sueños?, cuyo título se inspira en un poema de Heinrich Heine, está inmersa en el marco de la revolución culturalde los sesenta. El amigo, Ricky, es el que vive el cambio de costumbres con más ímpetu, mientras que los demás siguen un camino más convencional. Hoo, al ser el narrador y el personaje más cultivado, impregna la trama de una vertiente humanística, que se refleja en las abundantes referencias a libros, en el ambiente universitario en el que se mueve y en el uso de recursos experimentales como la inclusión de un episodio bíblico en el capítulo cinco (esto último recuerda a lo que hace Jeanette Winterson en algunas novelas). Esta organización conlleva riesgos, por eso la estructura resulta descompensada en algunos pasajes (por ejemplo, el excesivo detalle del viaje oriental de Ricky, contado casi como un narrador omnisciente: ¿es verosímil que Hoo, como amigo, conozca con tanta precisión algo que no vivió en primera persona? O la falta de cierre al encuentro en el aeropuerto: esa casualidad desencadena el comienzo de la redacción del libro, pero debería retomarla más tarde para terminar de cuadrarlo todo), aunque se le perdonan porque, al concebirse como una carta, se entiende que a veces la memoria se presenta en una forma un tanto caótica.

Hillel Halkin

En cualquier caso, más allá de los posibles altibajos estructurales, la novela merece la pena por su lúcido tratamiento de las relaciones de pareja en la juventud y los primeros años del matrimonio. Halkin desnuda las emociones más personales, las presenta con un estilo poético y sofisticado, y culmina en una estremecedora recta final. ¡Melisande! ¿Qué son los sueños? pide que el lector haga lo mismo que el autor: implicarse en la historia con toda su sensibilidad, aceptando las sacudidas y dejándose herir, porque solo con la entrega máxima es posible apreciar, sentir, una gran historia de amor como la de Mellie y Hoo.