Llegó el otoño. Es tiempo de membrillos. Y los romanos, que no eran tontos precisamente, ofrecían este fruto como manjar a la diosa Afrodita. Y también en Grecia era alimento de culto. Las crónicas de Plutarco recogen la historia de las novias griegas, las cuales mordían un membrillo antes de entrar a la cámara nupcial para endulzar el primer beso.
Tal vez es una fruta que me atrae y me cae simpática porque toda la vida he visto un membrillero en la casa de campo de mis abuelos. Tal vez es porque en casa siempre se ha hecho dulce de membrillo, que me encanta. Tal vez es porque me enamoró la película de Víctor Erice El sol del membrillo.
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