Sevilla, siglo XVI. La Inquisición descubre la existencia de un foco erasmista, y la implicación de la comunidad del famoso y erudito Monasterio de San Isidoro del Campo. Tres terribles autos de fe crean el terror en la ciudad. Mientras arde la semilla maldita, varios monjes huyen hacia la Europa reformada, entre ellos los clérigos que luego traducirán la famosa Biblia del Oso, primera versión al castellano de los libros sagrados y obra condenada por la Inquisición. También entre los luteranos, anglicanos y calvinistas, ellos mismos volverán a ser perseguidos por su humanismo heterodoxo, por pensar y atreverse a leer lo prohibido, por seguir el más nuevo espíritu de su tiempo en la época de las intolerancias religiosas.
Editorial: El Paseo Editorial (2020)
Sobre la autora: Eva Díaz Pérez
ImpresionesLa editorial El Paseo ha tenido el buen gusto de reeditar esta interesante novela histórica en la que se narra un capítulo bastante desconocido de la vida monacal hispalense en el siglo XVI, hechos que enlazan con el periodo convulso en el terreno religioso que asoló Europa tras la publicación de las tesis de Lutero, a la que no fueron ajenos numerosos, si no múltiples focos reformistas, incluidos los de nuestro país, representados principalmente por los que nacieron en Valladolid y en Sevilla.
Eva Díaz Pérez es una reputada periodista que ha sabido demostrar su bue hacer con la pluma en numerosas ocasiones. Acreedora de numerosos y prestigiosos premios literarios, quizás sea esta una de sus obras hasta ahora menos conocida a pesar de la calidad de su contenido. Me explico. La edición que poseo es la original, la primera, la de 2005, llevada a cabo por la Fundación Lara a través de su editorial Andalucía abierta, y era una pena que los ejemplares hubiesen desaparecido de las librerías. Es por ello que felicito a El Paseo y a la propia autora por la nueva oportunidad de un muy interesante libro, con mejor edición (no se podía esperar menos de ellos) en el que descubriremos cómo la Reforma estuvo más que viva en Sevilla, alcanzando los recovecos más inesperados de la alta sociedad, y a la comunidad monacal de jerónimos instalada en el monasterio fortaleza de San Isidoro del Campo, hoy término municipal de Santiponce, vecino de la vetusta ciudad de Itálica, desde la que se podía observar (cómo cambia la geografía) la metrópolis desde la distancia, y su río, el Guadalquivir, por el que arribaban los naves que traían el oro desde las américas.
San Isidoro del Campo es un emplazamiento mágico. Todos los que lo hemos visitado estamos de acuerdo con esta afirmación. Postrado en el olvido durante siglos, las obras de rehabilitación le permiten lucir, en parte, el esplendor de antaño, siendo fácil imaginar como aquellos monjes ejercías sus labores, entre las que se encontraba la elaboración de jabones, y vivía en comunidad a las órdenes de un abad especialmente interesado, como muchos de sus hermanos en los planteamientos de Lutero.
Eran tiempos distintos, de brillo y oscuridad, de oro y pecados y la Inquisición, instalada en el castillo de San Jorge, en Triana, velaba por la rectitud en el cumplimiento de los que se consideraba ortodoxo. La alternativa se encontraba en la hoguera.
Memoria de Cenizas es una crónica de hechos históricos y al mismo tiempo una ruta turística por un precioso monumento que debe ser obligatoriamente visitado por quienes aún no lo han hecho. El lenguaje utilizado para ambos objetivos es preciosista y culto, estudiado y preciso como la punta de un bisturí, y la autora se refrenda como referencia literaria de nuestras letras.
Aquellos que no conozcan la Biblia del Oso, aquella que fue traducida al castellano para que todos pudiesen leerla, comprenderla e incluso estar en desacuerdo con sus contenidos, descubrirán con asombro que tuvo que ser concluida en Ginebra pues la sombra de la herejía que se cernía sobre la comunidad que llevaba a cabo tan ardua tarea tuvo que pagar el más caro de los precios exigidos a la heterodoxia.
Casiodoro de Reina es considerado el autor de la obra en cuanto fue quien terminó el trabajo encomendado, en el exilio. Corría el año 1569. Cipriano de Valera haría una revisión posterior en Amberes en 1602. Pero no nos debemos quedar aquí. Eva, muy seria en su trabajo, añade a su novela un índice onomástico, una cronología histórica y la correspondiente bibliografía que invitan a indagar en la vida de unos personajes que quisieron conducirse por la verdad, su verdad, y tomaron las decisiones que sus conciencias les dictaron, pagando un precio demasiado caro por su osadía.
Recomiendo fervientemente la lectura de este libro, así como la visita a San Isidoro del Campo. Cuando la pandemia lo permita, ya tienen plan y guía para pasar momentos inolvidables que seguro permanecerán en su memoria hasta que los recuerdos, las memorias, se conviertan en ceniza.
Si quieres hacerte con un ejemplar lo puedes hacer desde el siguiente enlace: Memoria de cenizas