Memoria histórica cínica y selectiva

Publicado el 28 enero 2015 por Benjamín Recacha García @brecacha

“Quienes sobrevivieron a Auschwitz tienen dos vidas: una vida antes de Auschwitz y una vida después de Auschwitz. Y entre las dos está Auschwitz-Birkenau. Si uno no habla una palabra de esto durante el resto de su vida, o si no hace nada más en su vida, pero habla de ello incesantemente, jamás consigue librarse de aquello”.

“Debemos hablar sobre qué ocurrió y cómo ocurrió”.

Eva Fahidi, superviviente de Auschwitz.

No conocía a Eva Fahidi, una de los trescientos supervivientes que han llegado hasta nuestros días para recordarnos la barbarie nazi. Ayer la vi en el telediario de TV3, en la información sobre el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, y esa declaración tan simple con la que he iniciado el artículo me impactó. Dos vidas.

Sobrevivir a los campos de exterminio tuvo que ser algo terrible, inimaginable. Eva Fahidi perdió a toda su familia en Auschwitz. Tenía 18 años. Ahora tiene 90 y sus ojos transmiten fuerza, determinación, pero también una vida atormentada por el recuerdo. Me pregunto si todavía es capaz de recordar su primera vida, la anterior a Auschwitz.

Eva Fahidi, superviviente de Auschwitz.   Foto: Laszlo Balogh / Reuters

A Eva y a otros supervivientes del Holocausto los podéis conocer en un precioso reportaje de los fotógrafos de Reuters.

Europa entera se volcó en la conmemoración del 70 aniversario de la liberación de Auschwitz por el ejército ruso. La canciller alemana, Angela Merkel, abrió la ceremonia de homenaje a las víctimas en Berlín con un honroso discurso en el que expresó la vergüenza del pueblo alemán por los crímenes del nazismo.

Los crímenes contra la humanidad no prescriben [en España parece ser que sí]. Tenemos la responsabilidad perpetua de dar a conocer las crueldades de aquel tiempo y mantener viva la conmemoración”. “Comparto el dolor de quienes sufrieron y perdieron a familiares. Los alemanes estamos llenos de vergüenza por lo que pasó. Porque ellos eran alemanes, quienes causaron o aceptaron los sufrimientos y la muerte de millones de personas como culpables y oportunistas o miraron a otro lado, guardando silencio aun sabiendo lo que pasaba”.

La máxima representante política del pueblo alemán dijo ante las víctimas y ante el resto del mundo sentir vergüenza por los crímenes del nazismo, pero también por los alemanes que no hicieron nada para oponerse.

Yo siento empatía por las víctimas, envidia por un pueblo y sus representantes, que, lejos de olvidar el pasado, lo asumen como un lastre vergonzoso y vergonzante, y vergüenza por vivir en un país donde nuestros representantes políticos desearían borrar la memoria de quienes todavía esperan el reconocimiento a las víctimas de nuestro particular Holocausto.

En España también se conmemoró la liberación de Auschwitz. Ayer el Senado homenajeó a las víctimas del nazismo con un acto solemne en el que, entre otros, intervino el rey, Felipe VI. “Su presencia [la de las víctimas] nos honra, su experiencia nos conmueve, y su voz nos alienta a repetir con ellos el afán único y la conclusión definitiva: que aprendamos la lección de la historia para que jamás, ¡jamás!, algo así pueda volver a suceder”. El monarca se refirió al Holocausto como “una derrota sin paliativos a manos de la maldad, el embrutecimiento y la ignorancia”, y que con sus crímenes “quedaron maltrechas la dignidad y la esperanza”. También dijo que los representantes de las víctimas y las autoridades deben “investigar, educar, prevenir y extender los valores democráticos como garantía de respeto y de convivencia”.

¿No es eso cinismo? ¿Qué el jefe de Estado de un país con decenas de miles de víctimas de un régimen genocida, todavía desaparecidas, hable de memoria histórica, de honrar a las víctimas del nazismo (del que el régimen franquista era estrecho colaborador), de dignidad maltrecha? ¿No es cínico, incluso cruel, que en un acto como el de ayer no hubiera una sola mención a nuestra propia vergüenza como país?

Celebro que se recuerde el horror del Holocausto, pero me resulta incomprensible que en España no haya un día para honrar, a nivel institucional, la memoria de las víctimas del franquismo. Por mucho que traten de ocultarlo bajo el polvo del olvido, aquello ocurrió. Nuestras cunetas están repletas de testimonios.