Son primas hermanas de nacimiento. La memoria, la verdad y la justicia se han pasado la historia en boca de todos y en manos de pocos.
La memoria y la verdad se llevan cómo pueden. Entre ellas se socorren sin más apoyo que el sindicato de lucha y fuerza en de la dignidad los nadies (SDLYF).
Ellas, la memoria y la verdad, se criaron en el seno de una familia humilde sin más oportunidades que el oxígeno y sin más derechos que el de respirar. De chicas ayudaron a su abuela, La Historia no autorizada, a remendar prendas en un taller clandestino de confección. Así se juntaron el mango para asistir a una universidad pública y bancarse los gastos en transporte y fotocopias.
La memoria es licenciada en psicología social y la verdad curso la carrera de periodismo. Una se pasea por los barrios más pobres ayudando a los sin zapatos y otra consiguió un puesto de asistente en un canal de cable y escribe para la revista La garganta poderosa.
Ellas nacieron pobres y mujeres: las oportunidades son escasas en un país donde la pobreza y la mujer son excluidas al margen de la estupidez universal. La memoria y la pobreza se conocieron de casualidad, la pobreza, también mujer, lleva adelante un merendero en plena villa miseria del conurbano «Comedero Víctor Jara» : «Los pibes no van al colegio para no perderse el morfi» asegura ella. La memoria asiste al merendero desde que era jovencita y desde entonces son amigas muy cercanas.
La verdad se hizo por otro lado. Ella busca, incansablemente, infiltrarse en el sistema periodístico para saberse, para descubrirse y dar con su identidad: la verdad fue secuestrada junto con sus padres en el 79 y desde entonces no sabe quién es. Sus padres biológicos, El arte y La Libertad de expresión, están desaparecidos desde entonces y la verdad, parida por el último golpe de estado, les rinde homenaje en cada aniversario. La memoria es hermana del Arte y cuñada de La Libertad de expresión, pero ellas dicen ser primas hermanas por una cuestión de edad. La Memoria le ha contado a La Verdad sobre sus padres y su relato es la única fotografía que tiene de ellos.
Del otro lado de la familia está la justicia. Hija adoptiva del Olvida y La impunidad. Creció en una familia de clase media alta, estudio en escuela de monjas pero salió bastante atorranta. Cazada en primeras nupcias con El estado, llego a tener una buena posición económica. Juntos tuvieron dos hijos: El Indulto y La Mano propia. El Indulto está terminando un doctorado en abogacía y La Mano propia les salió rebelde y asiste a toda marcha habida y por haber protestando por sus derechos.
La justicia se doméstico y se puso vieja, chota y frigida. Llegando a los 50 años queda ciega en un accidente automovilístico, chocó de frente con Los 90, quién conducía una Ferrari roja y desde entonces ya no es la misma.
Desde siempre las tres mujeres están unidas y no se las reconoce si no están juntas. Aunque hace tiempo que no se ven, muy de vez en cuando se reúnen a recuperar tiempo perdido.
Son primas, son hermanas y son mujeres. Y siempre que haya un puño en alto ellas van a estar presentes, aunque los sucesos demuestren lo contrario.