Un mirador al mar, la ciudad y la montaña. Gibralfaro esconde la primera memoria de Málaga.
En Andalucía la primera memoria siempre residió en una montaña, un altozano o a orillas del mar. En Málaga esa primera memoria se fraguó entre la cima de un cerro y la arena del Mediterráneo.
La Fortaleza de Málaga, que convirtió la ciudad en uno de los puertos más prósperos del viejo mar, es hoy símbolo patrimonial de la capital de la Costa del Sol.
Gibralfaro es un castillo y una alcazaba, una suerte de colinas escalonadas donde se superponen las culturas que habitaron este rincón frente al Mediterráneo.
El cerro es un gran parque arqueológico. Fenicios, romanos y andalusíes dejaron aquí sus huellas. Roma y Al-Andalus son las dos culturas más recientes y las más representadas.
El teatro romano ha sido recuperado tras unas laboriosas tareas de restauración. Pero es la Alcazaba el monumento que más interés despierta.