Memorias de un escuálido en decadencia | Corruptos

Publicado el 12 abril 2024 por Jmartoranoster

¡Mosca con una vaina, poeta Tarek! Cada vez que meten preso a un corrupto uno se asusta, porque claro, uno sabe que hay un montón de compañeros que están siendo buscados por todas partes y no para premiarlos, sino para ponerle las esposas y el traje anaranjado que puso de moda el exministro Hugbel Roa. Si la dictadura acaba de meter preso a la joya de la corona, a uno lo manda más rápido para las ergástulas. Así, que será una meda electorera, o como la quieran llamar, pero también es un mensaje a García, y a Carlos –Dólares– Vecchio, y al poeta López y a su mamá, que todavía no le ha dicho a su hijo cómo se metió ese realero en Monómeros, y al canciller Julio –Matemático– Borges, y a la gente de la Asamblea Nacional en el exilo, ahí está la compañera Dinorah, y el Tribunal Supremo de Justicia, también en el exilio pero cobrando que jode como todos ellos. Y, como todo el país sabe, esa gente que está disfrutando de un exilio dorado y luchando a brazo partido para liberarnos de la dictadura, y por eso es que nosotros los defendemos, porque somos demócratas y creemos en ellos firmemente como la luna llena.

Y ahora que se cumplen 22 años de aquel heroico golpe de Estado que dimos nosotros, todavía retumba en nuestros oídos aquella frase que pasó a la historia de nuestro país: “Te queremos, Pedro”, uno sabe que la dictadura ni aprende ni olvida. Que es muy sospechoso que estos días estén metiendo preso a la gente que antes defendían y que nosotros, como siempre, denunciamos, alguna vaina se traen entre manos. Muchos de nosotros estamos escondidos desde el 11 de abril por si acaso se viene la dictadura con una vaina rara. Es verdad que la lista de firmantes del decreto Carmona está por todas partes y allí están nuestras firmas alumbrando el camino. Incluso, la compañera María –Súmate– CM está allí con su firma bien destacada. En verdad que se puede decir que en aquel momento fuimos golpistas, y lo seguimos siendo por un tiempo, pero hoy podemos decir, sin que nos queda nada por dentro y por fuera, que somos demócratas hasta más allá de más nunca. Por eso queremos enviarle un alerta al mundo. Sospechamos que la dictadura está preparando una vaina. Porque les encanta celebrar. ¿Por qué carajo esperaron tanto para poner preso a esta gente que acaban de meter celda adentro? Las fechas son clave para entender esta medida. Fíjense que se están cumpliendo 22 años de nuestro heroico golpe de Estado, y justo el 9 de abril toman esa medida. Ahí está lo sospechoso. Porque la dictadura tiene una vaina con las fechas. Eso seguro es idea del hombre del garrote, para darle tema para sus efemérides en su programa. Y fíjense otra vaina, las elecciones las pusieron para el 28 de julio, día del nacimiento del dictador anterior, y lo hacen con toda la mala leche de seguir celebrando por partida doble: nacimiento del dictador anterior y nueva llegada del dictador de ahora al poder. Es una vaina enfermiza.

Así que mosca con el poeta fiscal, que se dedique a perseguir a la gente que mata y jode a los perros y gatos y que meta preso a la gente de la dictadura, pero que no se le ocurra tocar a ninguno de nuestros líderes de la oposición, porque eso sería un atentado contra la democracia y contra la libertad de empresa, aunque uno sabe que esta dictadura no le para a nada. Mientras más vainas viola, más feliz se siente esta gente.

El papá de Margot llegó diciendo: “Se puso lindo el caney. La dictadura está metiendo preso a su propia gente, así que si esperamos un poco, de repente se meten presos todos y tomamos el gobierno. Ya cayeron tres más, en la segunda fase, dijo el poeta fiscal, así que vienen más fases, de repente antes de las elecciones caen otros y así tomamos el poder porque somos la gente decente y pensante del país”. Y se fue directo al cuarto y agarró la puerta y le metió aquel coñazo tan duro que la vecina salió gritando: “Metan preso a este corrupto que me tiene loca”.

—Ay, pero ven y ven ladronzuelo, ven. Ven a robarme a mí –me canta Margot.

Roberto Malaver