En esta ocasión, Ordaz nos lleva hasta el siglo XIX, siglo donde nace la frenología, una psuedociena que afirmaba que se podían saber las principales cualidades y defectos de las personas con tan sólo estudiar las medidas y forma del cráneo. También se llegó a utilizar para anticipar posibles conductas criminales. La frenología en su época fue muy polémica, tuvo sus detractores adoradores la de racionalidad de la ciencia y sus defensores, gente culta, bien acomodada o gente sencilla con ideas idealistas de un mundo mejor. La cuestión es que es un tema sumamente interesante y Ordaz ha dado en el clavo. Su protagonista es Dimas Pons, el cual narra sus vivencias por Puerto Rico, Barcelona, París o Baltimore. Vivencias que por cierto, son del todo inusuales, curiosísimas, con muchos toques de humor pero a la vez, grandes dosis de erudición. El ritmo es de lo más ágil (para leerse un libro de un tirón muy ágil e interesante tiene que ser) y Dimas Pons es un personaje al que acabas cojiendo mucho cariño.
La editorial Pez de Plata ha hecho un trabajo increíble, la portada es potente y la edición está muy cuidada. Así que si os gusta regalar libros, Memorias de un magnetizador es una apuesta segura. Tan segura como que el cielo y el mar son azules.
No quiero terminar la entrada sin animar a los internautas a visitar el blog del autor, que se llama Obiter Dicta, un blog para tener en favoritos si eres aficionado/a a la lectura erudita y de curiosidades varias.
La novela empieza de esta manera: Siempre he creído que el hecho de que haya fenómenos en la naturaleza que no se expliquen por las reglas de la razón esctricta, no significa que no existan o no puedan existir.Soy Dimas Pons y soy frenólogo y magnetizador.
· “Barcelona entera se me ofreció, a mi intelecto y a mis sentidos, cual diosa con los brazos abiertos.”
“Prefiero cien veces a un escéptico abierto de mente que a un fanático de la causa sin espíritu crítico.”