Mi sofá y yo hemos vivido muchas cosas juntos: tantas y tantas horas de intimidad creativa, largas meditaciones, hallazgos deslumbrantes, soledades buscadas, compañias encontradas, sustanciosas lecturas, lágrimas surtidas, felicidades plenas, diarios escritos y olvidados, esperanzas rotas y cumplidas,
Llevaba algunos años separada. Era el primer mueble que yo compraba sola: sola lo busqué, sola lo elegí, y sola lo pagué. Era un sofá corriente, pero robusto. Nos entendimos bien desde el principio.
Llegó a casa oliendo a nuevo, con sus tres cojines rojo granate, regalo de la tienda. Desde entonces ha contribuido a hacer mi vida bastante más confortable. Por aquellas mismas fechas, algunos años antes de conocerle, el hombre de mi vida estaba comprando las sillas de su comedor con idéntico tapizado; exacto hasta en el color, y eso que había seis tonalidades a elegir si no recuerdo mal. Obra del azar desde luego, pero encantadoramente profético.
Mariaje López.
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