Origen y contexto. Las mujeres beatResulta imprescindible conocer bien el contexto de este libro para leer a di Prima de una forma justa.
"Memorias de una beatnik" recoge los años previos a la Generación Beat, que fue un movimiento contracultural en la costa oeste de Norteamérica definido por la libertad sexual, la experimentación con las drogas, una postura ideológica de izquierdas, filosóficamente existencialistas y musicalmente admiradores del jazz de Charlie "Bird" Parker y John Coltrane. Era una patada a la american way of life del Eisenhower al que votaban sus padres, a la vida ordenada de las sitcom televisivas. Un rechazo al belicismo en los comienzos de la guerra fría contra la amenaza comunista. La aventura del individualismo con libros escritos en primera persona (si no te pasa, lo provocas), un viaje al corazón de América en la carretera. Los artistas envueltos en este movimiento pueden considerarse herederos directos, con muchos paralelismos pero más radicales, a aquella "Generación Perdida" del París de entreguerras.
Hace unos años era casi anecdótico hablar de las mujeres de la Generación Beat. Teniendo en cuenta que el fenómeno beatnik surge en los 50, durante décadas los nombres que se han asociado al mismo han sido los que todas conocemos: Allen Ginsberg, Jack Kerouac y William S. Burroughs, principalmente.
Los libros de ellos han sido editados de forma incansable, bien distribuidos y leídos por millones de personas. Tímidamente algunas antologías poéticas incluían también algunos nombres de mujer (que claro, siempre eran las novias, amigas o amantes de ellos). Nunca se trataba de autoras que brillaran con luz propia, si acaso y dando gracias rebotaba sobre ellas la luz de las verdaderas estrellas, que se consideraba que eran ellos.
En 2015 se publicó en España un libro que me sacudió y me emocionó profundamente, “Beat attitude” de Bartleby Editores. Para mí llegó en un momento perfecto porque entonces ya se editaban muchos ensayos feministas y era una temática de debate habitual en redes sociales (cuando todavía era un movimiento sin tantos forcejeos internos, me temo). Me fascinaron los poemas de Lenore Kandel, Elise Cowen, Diane di Prima o Mary Norbert Körte, según las anotaciones que hice en mi ejemplar, que por supuesto todavía conservo. Pero de todas ellas ya hablé en su momento.
Memorias de una beatnik
Diane di Prima se buscó la vida desde muy joven, siendo aún menor de edad. Durante un tiempo se ganaba la vida escribiendo escenas de sexo para novelas de otros autores. De hecho, así es como empezó a colaborar con el editor Maurice Girodias (cuya editorial Olympia Press publicó “Lolita” de Nabokov, para que os hagáis una idea). A veces Girodias adquiría novelas sosas e inocuas simplemente para aprovechar su trama básica y di Prima se encargaba de aderezarlas con escenas sexuales muy explícitas. Según sus palabras había que añadirles unos toques lascivos para aumentar su interés, como el orégano a una salsa de tomate. Girodias fue quien le encargó un libro de sus propias memorias y por cada tanda de páginas nuevas que di Prima le entregaba, él se las devolvía con la anotación “MÁS SEXO” bien visible y en la primera página.
Por eso este libro resulta un tanto extraño. Las dos primeras partes son una sucesión de amantes de cualquier género donde la relación espacio-tiempo se pierde entre fluidos y posturas imposibles. Claro, en el epílogo ella explica cómo durante el proceso de escritura pedía a las personas que vivían en su casa que se echaran y, vestidos y de forma amistosa probaban si ciertas contorsiones eran o no factibles. Y es que al principio apenas hay un argumento y no es hasta la tercera parte, aproximadamente, donde encontramos lo que realmente íbamos a buscar: sus vivencias como artista creadora en la incipiente escena beat. Es comprensible que muchos lectores, descontextualizados, apenas hayan llegado a la mitad del libro.
Por supuesto que hubo mujeres
En España hubo una edición de este libro a manos de la editorial Muchnik (1999) que se agotó rápido y que ya es casi inencontrable, o a precios desorbitados. Si echamos un vistazo a las opiniones de muchas personas que lo han leído en cualquier idioma, comprobamos que en general "Memorias de una beatnik" no goza de mucha popularidad. Esto es porque lo leyeron desconociendo su contexto que, como ya he comentado, resulta imprescindible antes de sumergirse en la lectura.
La autora murió recientemente, en octubre de 2020 y curiosamente es ahora cuando podemos encontrar sus libros de forma cada vez más accesible.
Hay un pasaje hacia el final de este libro que me ha parecido emocionante y esclarecedor. En él, di Prima narra cómo fue el momento en que leyó "Aullido" por primera vez.
Ese poemario (y en concreto el poema que le da título) fue uno de los detonantes de lo que hoy conocemos como Generación Beat y es profundamente representativo del mismo, pero hay que tener en cuenta que al principio no había una denominación de grupo ni una consciencia de que lo que hacían estaba dando lugar a una vanguardia, eso vendría después. Tampoco por sí solos "Aullido" o "En la carretera" habrían sido capaces de generar algo tan grande como lo que ha traspasado hasta nuestros días. Había una nueva forma de sentir y por tanto una nueva necesidad de expresar, y poco a poco estos artistas multidisciplinarios se fueron reconociendo entre ellos. También el público demandaba otro tipo de arte. Las cosas no surgen porque sí, quiero decir. Tampoco todo pasa a la historia aunque en su época sea popular. El fragmento al que me refería, es este:
" (…) me dio un librillo en blanco y negro, diciendo: “Creo que esto podría interesarte”. Lo cogí y lo abrí con desgana, pues estaba concentrada en el guiso (…). Me encontré en medio de Aullido, de Allen Ginsberg. Dejé el cucharón y abrí el libro por el principio. su poderoso comienzo me atrapó de inmediato: “He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura…”.Estaba demasiado excitada para preocuparme del guiso. Lo dejé en manos de Beatrice y sin siquiera darle las gracias a Bradley salí por la puerta con su nuevo libro. Anduve unas cuantas manzanas hasta el muelle de la calle Sesenta y me senté frente al río Hudson para leer y asimilar lo que estaba ocurriendo. No se me iban de la cabeza las palabras “abriendo nuevos caminos”. Sabía que el tal Allen Ginsberg, quien quiera que fuese, nos había abierto nuevos caminos a todos nosotros por el mero hecho de publicar aquello. Todavía no sabía lo que significaba, ni hasta dónde nos llevaría.El poema también me produjo cierta pesadumbre. Se suponía que, si había una persona como Allen, tenía que haber más aparte de mis colegas, otros que también escribían lo que oían, escribían como hablaban, que vivían ocultos y marginados, escondiéndose aquí y allá, y que ahora, de repente, estaban a punto de hablar en voz alta. Tenía la impresión de que Allen solo era, solo podía ser, la vanguardia de algo mucho más grande. (…) No muchos los escucharían, pero ellos por fin podrían escucharse los unos a los otros. Estaba a punto de encontrar a mis hermanos y hermanas.
Diane di Prima_Recital en el Gaslight Cafe, Nueva York, 1959
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