Escritor emblemático de la literatura negra, exiliado en el periodo más oscuro de la historia reciente de su país, Mempo Giardinelli (Resistencia, Argentina, 1947) no cree en los géneros narrativos. Eso ya se pudo entrever en su novela Luna caliente, donde el autor argentino combina elementos característicos del policial negro con la novela regionalista, o en su extensa Santo Oficio de la Memoria, biografía colectiva con decenas de narradores que construye una historia de migración hacia América. Algo que, por otra parte, también se refleja en su vida como periodista, a medio camino entre la revista literaria Puro Cuento que él fundó o su cargo como subdirector de la revista Playboy.
En su visita a Lima para participar en la Feria del Libro Ricardo Palma, Giardinelli se confiesa para Enlima.pe como un lector apasionado sea cual fuere el soporte en que lea, y, muy directo, confía en la continuidad de la literatura ante las generaciones recientes que aprendieron a leer con Harry Potter.
P. Usted ha afirmado que su generación, llamada del postboom, asumió como un suicidio escribir como García Márquez, Vargas Llosa y los autores del boom latinoamericano. ¿Cómo define su literatura hoy?
R. Hace treinta años me preocupaba saber dónde estaba parado, sobre los movimientos literarios. Soy un hijo del boom, pero la verdad soy un solitario, ya no me importa saber si estoy o no en tal o cual movimiento. Me interesa más la calidad literaria que las clasificaciones o la crítica literaria. Lo que veo es que hay una producción muy interesante, de libros dentro de una tradición de la cual soy parte. Soy un lector apasionado, permanente e intenso, pero también despiadado. He abandonado una gran cantidad de libros que no me atraparon. Pero cuando encuentro un libro que me apasiona, me hace pensar que la literatura sigue valiendo la pena. Por ejemplo, los libros de mi maestra María Elena Walsh o de mi hermana Angélica Gorodischer —su novela Palito de naranjo es una obra maestra— o Samantha Schweblin. En la literatura argentina hay muy buenos escritores, sobre todo muy buenas escritoras.
P. Me habla usted de autoras del género policial, de cuentos y novelas negras…
R. Para mí el policial es un deja vu. Es un género que he trabajado toda la vida. Solo que ya no soy el lector apasionado que era hace cuarenta años. Hoy sigo al policial de cerca pero ya no hago teorías, veo a la literatura negra no como género, sino como literatura. No me importa si es una gran novela negra: me importa si es una gran novela. Por ejemplo, El largo adiós, de Raymond Chandler, es una obra maestra norteamericana y universal. Que el guion corresponda a la novela negra, es otra cosa.
P. Se percibe esa mirada amplia en su literatura para niños, como en su libro Luli, una gatita de ciudad. ¿Trabaja ese género de manera especial?
R. Creo que los niños son lectores a los que hay que respetar mucho, y la literatura que hay que darles es la buena literatura.
P. Hablando de lectores, ¿considera, como dice Vargas Llosa, que existe alguna diferencia entre los lectores en papel de los que leen en formatos digitales?
R. La trampa consistiría en hacer rivalizar el libro en papel y el electrónico. Si alguien va a leer Luna caliente o Santo Oficio de la Memoria, ¿a mí qué me importa si lee una edición impresa, en el Kindle o en la web? El único peligro que ofrece Internet es que modifiquen el texto. Quiero creer que eso no se hace.
P. Sobre corrientes o modas contemporáneas, se habla de una tendencia a novelas de los hijos, que reflexionan sobre los padres y la familia, algo que usted planteó en Santo Oficio de la Memoria en una escala mayor…
R. Que un joven lea esa novela y tome de allí algo, lo que sea, está muy bien, pero no es el único referente. Y hablan del padre porque son generaciones marcadas por dictaduras terribles y países fragmentados, en caos, ¿cómo no van a hablar de sus familias? A mí me gustaría que un autor que recién empieza coja mis libros como cuando yo de joven leí a García Márquez o a Jorge Amado. En la lectura se encuentra referencias para la vida propia, para el propio imaginario. La literatura es una continuidad. Nadie puso el primer huevo. ¿Qué generación no va a leer a Jack London, a Salgari, a Stevenson?
P. Tal vez los que empezaron a leer con Harry Potter…
R. Quiero pensar que los lectores que nacieron con Harry Potter van a terminar leyendo a Cortázar, Puig, Vargas Llosa, Rulfo. Si no llegan, se lo perderán. Y si se lo pierden, están jodidos.
Miguel Ángel Vallejo Sameshima es periodista cultural y escritor. Actualmente es director de la revista Altazor y recientemente ha publicado el libro de testimonios Vallejo Urreta. Historias de una familia peruana. Vive en Lima.