Las intenciones de la película Men de Alex Garland quedan claras nada más empezar: la protagonista, Harper Marlowe -la siempre estupenda Jessie Buckley- coge una manzana de un árbol y la muerde. Una acción significativa en la que debe ser la película más simbólica de Garland, que, en mi opinión, peca -nunca mejor dicho- de dejar demasiado claro el tema de su film. Harper es una mujer atormentada por la pérdida -tema recurrente en la filmografía de Garland- y la culpa. Su expareja, James (Paapa Essiedu) ya no está por razones que se descubren enseguida en la historia. Para superar el trauma, Harper decide tomarse unas vacaciones alejada de todo, pero enseguida comenzará a sentirse acosada por los hombres que dan título a esta obra. Garland expresa el dolor de Harper y su drama íntimo de forma efectiva, apoyándose en la interpretación de Buckley para luego fabricar secuencias terroríficas que son un catálogo de los miedos femeninos a la violencia machista: el maltrato, volver sola a casa de noche, el no ser tomada en serio cuando dice encontrarse en peligro, etc. No sé si es un spoiler, pero la decisión más importante de la película es que todos esos hombres que atemorizan a Harper tienen el mismo rostro, el del actor Rory Kinnear. Una opción artística que nos sitúa en el terreno de la pesadilla y lo simbólico. Garland recurre al mito -el pagano y el católico- para hablar del miedo de la mujer a ser atacada por un hombre -un miedo muy actual- pero todavía más del miedo del hombre a una mujer fuerte e independiente. Esa mujer que decide por sí misma morder la manzana para acceder al conocimiento o abrir la caja de todos los males, que no acepta ser sumisa y que decide poner fin a una relación tóxica. Garland ya habló de la bíblica Eva en Ex Machina (2014) que se rebelaba a su creador, en una variación femenina del mito de Frankenstein. También recupera aquí Garland esa estupenda visión de la naturaleza como un ente casi inteligente, o que al menos opera con intenciones misteriosas para el ser humano, como ya hizo en Aniquilación (2018). En Men también hay algún instante de horror cósmico: la película está llena de imágenes poderosas, hermosas e inquietantes, y el clímax final es una extraña pesadilla que recuerda al Takashi Miike más retorcido, con momentos de body horror. Sin embargo, se le puede achacar a Men que no tenga una narración más sólida como vehículo de sus temas y que estos sean casi transparentes. Aún así, estamos ante una de las películas imprescindibles del año.
Las intenciones de la película Men de Alex Garland quedan claras nada más empezar: la protagonista, Harper Marlowe -la siempre estupenda Jessie Buckley- coge una manzana de un árbol y la muerde. Una acción significativa en la que debe ser la película más simbólica de Garland, que, en mi opinión, peca -nunca mejor dicho- de dejar demasiado claro el tema de su film. Harper es una mujer atormentada por la pérdida -tema recurrente en la filmografía de Garland- y la culpa. Su expareja, James (Paapa Essiedu) ya no está por razones que se descubren enseguida en la historia. Para superar el trauma, Harper decide tomarse unas vacaciones alejada de todo, pero enseguida comenzará a sentirse acosada por los hombres que dan título a esta obra. Garland expresa el dolor de Harper y su drama íntimo de forma efectiva, apoyándose en la interpretación de Buckley para luego fabricar secuencias terroríficas que son un catálogo de los miedos femeninos a la violencia machista: el maltrato, volver sola a casa de noche, el no ser tomada en serio cuando dice encontrarse en peligro, etc. No sé si es un spoiler, pero la decisión más importante de la película es que todos esos hombres que atemorizan a Harper tienen el mismo rostro, el del actor Rory Kinnear. Una opción artística que nos sitúa en el terreno de la pesadilla y lo simbólico. Garland recurre al mito -el pagano y el católico- para hablar del miedo de la mujer a ser atacada por un hombre -un miedo muy actual- pero todavía más del miedo del hombre a una mujer fuerte e independiente. Esa mujer que decide por sí misma morder la manzana para acceder al conocimiento o abrir la caja de todos los males, que no acepta ser sumisa y que decide poner fin a una relación tóxica. Garland ya habló de la bíblica Eva en Ex Machina (2014) que se rebelaba a su creador, en una variación femenina del mito de Frankenstein. También recupera aquí Garland esa estupenda visión de la naturaleza como un ente casi inteligente, o que al menos opera con intenciones misteriosas para el ser humano, como ya hizo en Aniquilación (2018). En Men también hay algún instante de horror cósmico: la película está llena de imágenes poderosas, hermosas e inquietantes, y el clímax final es una extraña pesadilla que recuerda al Takashi Miike más retorcido, con momentos de body horror. Sin embargo, se le puede achacar a Men que no tenga una narración más sólida como vehículo de sus temas y que estos sean casi transparentes. Aún así, estamos ante una de las películas imprescindibles del año.