MENDEL EL DE LOS LIBROS. Stefan Zweig.

Publicado el 30 noviembre 2021 por José Antonio Ribes Pérez @Josan_Ribes
Aunque había visto buenas críticas de algunos libros de Stefan Zweig, nunca me había animado con su lectura. Pocas veces un lector puede resistirse a un libro que hable de otros libros, de libreros, de librerías o de bibliotecas. No siempre ello es indicativo de que nos vayan a gustar. SINOPSIS: Escrito en 1929, Mendel el de los libros narra la trágica historia de un excéntrico librero de viejo que pasa sus días sentado siempre a la misma mesa en uno de los muchos cafés de la ciudad de Viena. Con su memoria enciclopédica, el inmigrante judío ruso no sólo es tolerado, sino querido y admirado por el dueño del café Gluck y por la culta clientela que requiere sus servicios. Sin embargo, en 1915 Jakob Mendel es enviado a un campo de concentración, acusado injustamente de colaborar con los enemigos del Imperio austrohúngaro. Un breve y brillante relato sobre la exclusión en la Europa de la primera mitad del siglo xx.“Leer es un arte y una pasión que alumbra la vida”, parafraseando a Federico García Lorca de quien aprendí a valorar el significado de tener un libro en las manos. No sé por qué he tardado tanto en leer a Zweig. Es verdad que no ha sido con un libro extenso ”Mendel el de los libros”, pero sí con el que tenía que hacerlo, o eso creo.Este pequeño cofre dispone de una historia que está contada en retrospectiva, surge de la memoria de un narrador que lo conoció años atrás, al entrar a un café vienés, un día de lluvia. Allí, inspirado por el mobiliario del local, desgrana los recuerdos que se habían escondido en algún rincón de su memoria. Intentando recordar cómo fue, le acude a la mente el prodigioso librero, que llegó para convertirse en rabino pero que abandonó sus estudios para dedicarse a sus amados libros. Sin embargo, un día su vida cambia drásticamente, ese frágil refugio, hasta entonces inquebrantable, empieza a ceder ante la hostilidad reinante en una sociedad gobernada por la desconfianza, el miedo y la intolerancia.En este relato Stefan Zweig os envuelve en un mundo de libros, de los oscuros cafés de principios del S. XX, de personas apasionadas, de seres excepcionales, de las rarezas tachadas de locuras. De la fugacidad y del olvido. Así mismo, a través de sus páginas hay un trasfondo de denuncia contra una Europa en guerra –la Primera Guerra Mundial-, las injusticias de las ideologías, las leyes burocráticamente mal aplicadas a gente inocente. Es un canto al fin de una época. Es una lectura que te remueve por dentro. Estamos ante una historia, una vez más, de sentimientos, una novela que os habla de la mezquindad humana, de la añoranza, del respeto. Es un análisis de la vida, de la sociedad. Cómo podemos pasar del todo a la nada y convertirnos en una fachada en ruinas de lo que un día fuimos.Una vez más, he caído en la temática de los “metalibros”, de libros sobre libros, libreros, bibliotecas o editores. En este caso, se trata de un relato corto, dulce y con algún toque trágico. De los que te dejan con ganas de más, de conocer a fondo a sus personajes pero eres consciente que de ser más largo, perdería todo su encanto.Parece complicado reunir en tan pocas páginas una historia que cala tan profundamente en el lector pero Stefan Zweig lo consigue con su sencillez y maestría, logrando que quedéis prendados del personaje Jakob Mendel.Sin duda alguna, es uno de los escritores que retrata de una forma magistral el alma humana. El resto es el estilo impecable y desgarrador de Zweig: incisivo y casi poético pero deprimido y pesimista, el autor despliega en una breve historia las palabras necesarias para que viváis el destino de un personaje único. Consecuencia de ello, la profunda prosa, elegante y evocadora acompaña unas frases llenas de lirismo y musicalidad. Todo en menos de cien páginas, la sencillez y la exactitud, pero siempre con un regusto amargo, el que acompaña épocas turbulentas, llenas de violencia y cambios. La dosis justa de retórica para atraer sin llegar a cansar.Una novela corta, un ejercicio de precisión tintada de sentimiento en el que, el autor, logra crear a un personaje complejo a la vez que denuncia las consecuencias de una guerra a nivel social y cultural.La historia es narrada por un personaje desde dentro de la novela. De él apenas llegaréis a tener información, ni conoceréis su nombre. Es quien os cuenta su propia experiencia al conocer a Mendel en sus años de estudiante en Viena. El autor, no busca tampoco un gran prosa llena de figuras que embelesen al lector con el uso de la palabra, sino a modo de gran boceto representa a sus personajes con apenas unos firmes trazos y que ellos os acompañen por sus vivencias.La trama consiste en el desvelamiento de una persona: “Mendel el de los libros” Zweig lo presenta magistralmente, sacándolo de entre las sombras de la memoria y sentándolo ante vuestros ojos en la mesa del café Gluck, llama la atención el entorno, convirtiéndose en un personaje esencial, gracias a la descripción minuciosa del mismo, donde el viejo se volcaba de la mañana a la tarde sobre las páginas de sus apreciados libros.Jakob Mendel es el auténtico protagonista de este relato. Es un personaje que está muy bien dibujado, con multitud de matices: peculiar, tímido, introvertido, solitario y excéntrico. Es como una biblioteca andante. Una autoridad, una eminencia por su portentosa memoria. Los libros son todo su mundo, toda su vida, su única familia, su única pasión. Es de agradecer que provoque la sensación de, una vez finalizada la lectura, haberle conocido pues el escritor vienés se encarga de dar todo tipo de detalles tanto de su aspecto físico como de su personalidad.En consonancia con la maestría para retratar la individualidad del personaje, merece una mención especial, por su humanidad, la señora Sporschil, la encargada de los aseos del café, una señora mayor, sin estudios, que en su miseria siempre ayudó al viejo librero.Una lectura breve pero no fugaz. Considero que cualquier aficionado a la lectura debería descubrir la figura de Jakob Mendel. Una lectura imposible de dejar caer en el olvido.