MENDONÇA, José Tolentino Pequeña teología de la lentitud

Por Joseantoniobenito

MENDONÇA, José Tolentino Pequeña teología de la lentitud, Barcelona: Fragmenta Editorial, 2017, 74 pp

Me sorprendió su título entre cientos de libros, me atrapó desde el inicio y me lo compré, leyéndolo de un tirón en el avión. ¡Qué libro tan grande a pesar de sus 70 páginas! ¡Qué profundidad a pesar de su aparente sencillez! He vuelto a releerlo al saber que su autor ha visitado al Perú, tras su nombramiento como cardenal de la Iglesia y su responsabilidad al frente del dicasterio para la Cultura y Educación en el Vaticano; junto a Mons. R. Prevost y Mons. J. Moliné fue investido como doctor honoris causa por la USAT de Chiclayo, que celebra los 25 años de su creación.

Me resulta como el Kempis de la serenidad e interioridad. El manual del freno espiritual ante la vida galopante. Hay muchos momentos en la vida que necesitan ser vividos con lentitud. Hoy las prisas nos devoran. El ritmo de lo cotidiano es frenético: hacer y más hacer. Perdemos de vista y nos desorientamos cuando no sabemos frenar, mirar atrás y reconocer que ante todo somos criaturas de Dios con un deseo inmenso de ser felices. Perdemos el arte de la vida. Por eso, este libro te puede ayudar a recuperar un poco ese «caminar lento» para saborear los pasos, los márgenes, los rincones de tu vida. A través del agradecimiento, del perdón, de la espera, del cuidado, de contemplar y habitar la vida, de la perseverancia, de la compasión, de la alegría, del morir, del deseo… se va haciendo un viaje hacia el interior de uno mismo, descubriendo ahí la gracia de Dios. Después de todo, somos invitados a entrar en la lentitud, en el ritmo y en los tiempos de Dios, para sacarle el máximo provecho a la vida: lo que nos conecta con nosotros mismos, con Dios y con los otros; y lo que nos vitaliza, nutre y regenera.

Merece la pena considerar sus 17 epígrafes que comienzan con "el arte de": la lentitud, lo inacabado, agradecer lo que no nos dan, , perdón, esperar, cuidad, habitar, contemplar la vida, perseverancia, comprensión, la alegría, encuentro de lo que se pierde, felicidad, la gratitud, escuchar nuestro deseo, morir, no saber.

Comparte de la obra de Milan Kundera, La lentitud sus palabras: "Cuando lascosas suceden con tal rapidez, nadie puede estar seguro de nada, de nada en absoluto, ni siquiera de sí mismo". La prisa nos condena al olvido pues "pasamos por las cosas sin habitarlas, hablamos con los demás sin escucharlos, acumulamos información que no llegaremos a profundizar" (p.9).

La verdad que su lectura me ha tocado como algunas ya clásicas como la de El Principito y te deja con ganas de ser mejor, de ser más, de SER. Todos buscamos la felicidad, la alegría. Me encanta su bienaventuranza: "¡Bienaventurados los que viven una historia y la pueden contar. Bienaventurados los que cultivan flores, pero interrumpen su labor ante ellas, disponibles y extasiados" (p.48).

«La alegría no se reduce a una forma de bienestar o a un consuelo emocional, aunque se puede traducir también de ese modo. La alegría, fundamentalmente, es una expresión profunda del ser: en bondad, en verdad, en belleza. Constituye una expansión personalísima de sí mismo. No hay dos alegrías iguales, como no hay dos llantos iguales. La alegría es singular. A pesar de tener una expresión física, conserva su naturaleza eminentemente espiritual. Hay quien se refiere a ella como un "estremecimiento", ya que, de la misma manera el tallo se estremece con la brisa o la alteración de la luz, nos recogemos en el silencioso y sorprendente estremecimiento de la vida. podemos decir que la alegría es una grafía del espíritu que nos acerca al milagro y que se traduce tanto en quietud como en risa, tanto en silencio como en canto, tanto en la presencia misma como en un entusiasmo compartido» (p. 49).

Entre los hermosos cuentos que inserta, les comparto el de Martin Buber y que me resulta conmovedor: "Mi abuelo era paralítico. Un a vez le pidieron que relatase una historia de su maestro. Entonces contó cómo su maestro Baalschem solía saltar y danzar durante la oración. Mi abuelo se puso en pie y continuó su relato, y el relato lo arrebató de tal manera que se vio obligado a mostrar, saltando y danzando, cómo lo había hecho su maestro. Desde aquella hora quedó curado" p.53

Su lectura es una invitación provocativa a ¡terminar con las prisas cuanto antes! para sorber y vivir con intensidad y fruición el momento eterno del presente.

Datos sobre el autor:

https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Tolentino_de_Mendon%C3%A7a

https://www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2022-09/cardenal-tolentino-prefecto-dicasterio-cultura-educacion-vatican.html