Alegoría apocalíptica, experimento distópico o artefacto metafísico, esta novela ha dado a Menéndez Salmón (Gijón, 1971) el último Premio Biblioteca Breve, pero valiéndose de una fórmula tan exigente y arriesgada que limitará mucho su eco entre los que leen. Es un libro sobre el control disfrazado de seguridad, sobre el pensamiento independiente y la literatura, sobre el engarce individuo-Historia, todo dentro de una fábula narrativa enrevesada y difícil de asimilar. El estilo pulido y cada vez más preciso del escritor suaviza la recepción de un texto complejo en su desarrollo y cercano al hermetismo en sus conclusiones.
Con más de diez novelas en su haber, el escritor asturiano se está forjando un prestigio entre la crítica. La carga filosófica de sus libros lo condena a la minoría. La trama ligera y el arduo armazón simbólico de El Sistema lleva a concluir que lo mejor es el estilo. Y esa conclusión es peligrosa cuando se habla de una novela.