Menos nacimientos y más inmigrantes. La revolución demográfica con maletas

Por Beatriz

Menos nacimientos y más inmigrantes. La "revolución demográfica" con maletas

Tomado de: http://www.chiesa.espresso.republica.it/


¿Será la inmigración la que salve a Occidente de la caída económica? Los jesuitas de la "Civiltà Cattolica" confían. El banquero vaticano Gotti Tedeschi es escéptico. Crónica de un debate sobre el futuro del mundo. Y sobre la caída de la natalidad

por Sandro Magister

(No dejen de leer: Legionarios. El pasado que no quiere pasar. del mismo autor)

ROMA, 29 de octubre del 2010 - Para el profesor Ettore Gotti Tedeschi, economista y banquero, presidente del Instituto para las Obras de Religión, el banco del Vaticano, la causa primera de la crisis económica de Occidente es la caída de la natalidad.

Gotti Tedeschi sostiene esta tesis desde hace tiempo, con mucho vigor. Y la argumenta en frecuentes conferencias y artículos en "L'Osservatore Romano".

Pero algunos siguen pensando que lo que bloquea el desarrollo económico no es la disminución sino el aumento incontrolado de los nacimientos. Uno de los más vivos propagandistas de esta tesis neomalthusiana es un célebre profesor de ciencias de la política, con cátedra por muchos años en Nueva York, el profesor Giovanni Sartori, sobresaliente editorialista del principal diario italiano, el "Corriere della Sera", atacando insistentemente desde sus columnas a la iglesia Católica por ser paladín de "un crecimiento demográfico desatinado", precursora solo de desastres.

Las dos tesis son opuestas y del todo inconciliables.

Según el parecer de Gotti Tedeschi, no es suficiente para resolver la crisis económica en los países occidentales ni siquiera una compensación de la caída de la natalidad mediante los inmigrantes.

Pero sobre este punto no todos están totalmente de acuerdo con él. No sólo entre los demógrafos, sino que también en aquel "think tank" de la Santa Sede que es "La Civiltà Cattolica", la revista de los jesuitas de Roma, cuyos borradores, por estatuto, son leídos y controlados antes de ser impresos, por la secretaría de estado vaticana.

En "La Civiltà Cattolica" del 2 de octubre el director de la autorizada revista, el jesuita Gian Paolo Salvini (en la foto), dedicó once páginas a presentar un libro de dos demógrafos que muestran, con cifras en la mano, que en Italia la población no está para nada declinando, sino que vive por el contrario una nueva "revolución demográfica", en la cual las fuertes migraciones, el aumento de duración de la vida, la recuperación de la natalidad, la conservación del vínculo entre padres e hijos interactúan entre sí en modo positivo.

Los autores del libro son Francesco C. Billari, de la Universidad Bocconi de Milán, y Gianpiero Dalla Zuanna, de la Universidad de Padua. De este último, www.chiesa ha reseñado el pasado setiembre un ensayo sobre el control de los nacimientos en la práctica pastoral de la Iglesia.

El libro reseñado con evidente favor por el padre Salvini es el siguiente:

F.C. Billari, G. Dalla Zuanna, "La rivoluzione nella culla. Il declino che non c'è", Università Bocconi Editore, Milano, 2009.

Entre los países occidentales, Italia es un caso de estudio de primera importancia respecto a las movidas demográficas y a los flujos migratorios. El 27 de octubre, comentando en el "Corrier della Sera" el último informe anual de la Caritas-Migrantes sobre la inmigración, difundido el día anterior, el profesor Dalla Zunna escribió:

"Hoy viven en Italia cinco millones y medio de extranjeros, once veces más respecto a 1990. Este crecimiento tiene consecuencias profundas en la demografía, la economía, la sociedad y la cultura. El envejecimiento se ha lentificado, porque los extranjeros tienen en promedio 30 años, contra 45 de los italianos. Hoy los jóvenes extranjeros sustituyen los hijos que los padres italianos no han querido o no han podido tener".

Pero inmediatamente después agrega, prudentemente:

"Es difícil decir en qué medida los extranjeros influencian el desarrollo económico".

En cuanto al padre Salvini, para probar su competencia en la materia, ha salido la primavera pasada un libro a tres voces, escrito por él, un economista de la Universidad de Chicago y el director editorial del "Gruppo Il Sole 24 Ore":

GianPaolo Salvini, Luigi Zingales, Salvatore Carrubba, "Il buono dell'economia. Etica e mercato oltre i luoghi comuni", Università Bocconi Editore, Milano, 2010.

Hacia el final de su reseña al ensayo de Billari y Dalla Zunna, el director de la "Civiltà Cattolica" sostiene que para hacer crecer la economía el crecimiento demográfico debería se de todos modos "moderado", con el recurso a la "procreación responsable" recomendada por el magisterio de la Iglesia y últimamente por la encíclica "Caritas in veritate".

A continuación un extracto de la reseña del padre Salvini, publicada en el cuaderno 3847 de la "Civiltà Cattolica", del 2 de octubre del 2010.

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DECLINACIÓN DEMOGRÁFICA E INMIGRACIÓN EN ITALIA

por GianPaolo Salvini

La tesis de fondo [de los demógrafos Francesco C. Billari e Gianpiero Dalla Zuanna] es que la población italiana, en su conjunto, de hecho no está declinando, ni siquiera estadísticamente, gracias a la masiva inmigración del exterior. [...]

En junio del 2008 en Italia (calculando incluso a los extranjeros en espera de regularización) vivían 60 millones y 300.000 personas, es decir casi tres millones más respecto a diez años atrás. En algunas ciudades, como Milán, Torino y Florencia, la fecundidad es del 40-50 por ciento más alta que a mitad de los años noventa. "En la última década, la rapidez del envejecimiento ha disminuido, a pesar del continuo aumento de la supervivencia de los ancianos, gracias al ingreso de tres millones de nuevos jóvenes ciudadanos, provenientes frecuentemente de países lejanos. [...] Lo que está ocurriendo hoy y las tendencias para el futuro inmediato sugieren que ha nacido, y crece hoy en la cuna, una auténtica revolución demográfica. Exactamente así: revolución y no declinación. Al menos para los próximos veinte o treinta años estarán activos potentes mecanismos que permitirán a la población italiana renovarse, sin envejecer en manera socialmente insostenible. [...]

¿Entonces cómo, por el contrario, la mayoría de los observadores sigue hablando de la declinación demográfica y sigue subrayando el inevitable desequilibrio que se va produciendo entre personas en edad laboral y pensionados? Ante todo porque se basan en previsiones equivocadas, comenzando por las que brinda la división de la ONU para la población. [...]

Según los dos demógrafos las proyecciones indicadas no son confiables, en primer lugar porque la población de inicio es largamente subestimada, ya que no se tiene en cuenta los extranjeros irregulares sino los establemente presentes en Italia. Estos, se quiera o no, serán tarde o temprano regularizados, como ha ocurrido siempre en los últimos 15 años. Pero además la ONU supone que en los próximos 20 años entrarán en Italia 140.000 inmigrantes cada año, mientras que en el periodo entre 1999 y el 2004 los ingresos en Italia han sido cerca de 300.000 al año, y se han mantenido sobre esta cifra también en el trienio siguiente. Si la tendencia continuase, no disminuirían ni los trabajadores ni los menores de 20 años, incluso si los ancianos continuaran aumentando a causa del progresivo alargamiento de la vida media, y de hecho que llegarán a pensionarse los muchos hijos del baby boom, nacidos entre 1950 y 1970. [...]

Por ello, para muchos la inmigración es un freno al desarrollo económico o, a lo más, un remedio insuficiente para compensar el atascamiento de los normales mecanismos de recambio de la población, o sea la natalidad y la mortalidad, que en muchos idiomas son hasta ahora considerados los dos únicos componentes "naturales" de la evolución demográfica. Pero cuando los estudiosos "hablan de recambio natural o de recambio migratorio, más o menos conscientemente formulan un juicio de valor ('para la demografía un nacido es mejor que un inmigrado'), jugando con el fuego del prejuicio racista y nacionalista". [...] También es bueno volver a recordar también la historia pasada de Italia, que ha conocido siempre profundas mezclas de población sea de una región a otra, sea proveniente del exterior: alemanes en varios valles de los Alpes, griegos y albaneses al sur, etc. Es tesis del libro que presentamos que "una población cerrada a los modelos migratorios, con menos de dos hijos por mujer está destinada inevitablemente a envejecer y - a la larga - a desaparecer, incluso cuando la mortalidad es muy baja".

A todo lo dicho se puede agregar que en Italia el fenómeno de la inmigración de los países pobres no sólo se ha verificado más tarde que en otros países europeos (algunos ya acostumbrados, entre otras cosas, a reclutar mano de obra no calificada en sus colonias), sino que ha ocurrido con una velocidad del todo imprevista, lo que constituye un verdadero primado. En octubre de 1981 fueron censados 210.000 extranjeros residentes en Italia, de los cuales sólo 600.000 nacidos en países más pobres que Italia. A mitad del 2008 vivían establemente en Italia más de 4 millones de extranjeros, casi todos provenientes de países pobres. [...] Las zonas con fuerte flujo de inmigración son frecuentemente aquellas [económicamente] más dinámicas, y es un dinamismo destinado a prolongarse en el tiempo. Un tercio de los nuevos contratados en el Véneto en el 2007 eran extranjeros. Se entiende fácilmente que en las áreas donde hay muchas personas económicamente acomodadas es necesaria una mano de obra que se ocupe de las actividades que el bienestar adquirido permite evitar, pero que son indispensables para vivir bien: limpiar las casas, preparar los alimentos, lavar la ropa, etc.

Si bien el fenómeno puede ser deplorado bajo muchos aspectos, es probable que los italianos sigan teniendo pocos hijos, es decir menos de 1,5 por cada mujer. [...] La renovación de la población italiana, se quiera o no, será por lo ello asegurado por los inmigrantes extranjeros. [...] El problema que se pone es el de saber si este flujo continuará también en los próximos veinte años.

No falta quien piense en soluciones alternativas a la inmigración, o al menos complementarias a ella. Por ejemplo, elevando en varios años la edad de la pensión, o agilizando el retorno al mercado laboral de las mujeres después del nacimiento de los hijos, o aumentando drásticamente la productividad (es decir, la cantidad de productos por cada trabajador), en modo que se disminuya la necesidad de mano de obra por parte de las empresas. Pero según los demógrafos, estas tres hipótesis, que no se deben descuidar, no serán suficientes para suplir la falta de trabajadores. Aparte de la necesidad de las empresas existe el problema social del pago de las pensiones en un sistema donde estas son pagadas por los actuales trabajadores. Los pensionados aumentarán ciertamente en un modo relevante, y esto hará indispensable ampliar la base de trabajadores activos, ya que no es razonable hipotizar una drástica disminución del nivel de las pensiones. De hecho, lo que envejece es el cuerpo electoral, que reaccionaría enérgicamente a un corte sustancioso de la propia pensión.

Naturalmente siempre se puede esperar una recuperación de la natalidad al breve plazo, pero este incremento no modificaría el cuadro en los próximos años, caracterizado por una dramática reducción de la población italiana en edad laboral. Los nuevos nacidos llegarían en todo caso al mercado de trabajo después del 2030 y, mientras tanto, podría ser más bien necesario nuevos trabajadores extranjeros si la recuperación de los nacimientos retirara un número importante de mujeres del trabajo, o si hiciese aumentar la demanda de trabajo doméstico.

De cuanto que hemos dicho, parece inevitable que para las próximas dos décadas Italia deberá acoger cada año casi 300.000 inmigrantes en edades entre 20 y 59 años, es decir los que ingresaron al país anualmente en la última década. [...] Si la llegada de los trabajadores extranjeros es inevitable - a parte de las consideraciones humanitarias y cristianas a las que el Papa y muchos obispos han hecho referencia muchas veces - será bueno estar prevenidos. Por esto hemos querido hacer aquí un discurso "laico". Es cierto que no se trata de acoger a todos aquellos que quieren venir, o de permitir que se formen guetos dentro de nuestro país. Menos aún que se acoja o se sea tolerante con personas que no se adecuan a nuestro ordenamiento, que no observan las leyes civiles y penales del país o no quieren hablar el idioma del lugar. Sino que, si se quieren quedar, es bueno que sean ayudados a integrarse en el mejor modo posible. [...]

Ciertamente existe el problema humano y social de la reducción del número de hijos, al que, por ejemplo, el prof. Ettore Gotti Tedeschi ha hecho muchas veces alusión. Se trata efectivamente de un componente que ha modificado profundamente la estructura humana y productiva de nuestra sociedad. En el clima de una polémica con el economista, el prof. Giovanni Sartori ha negado, un poco demasiado drásticamente, cualquier correlación entre crecimiento demográfico y crecimiento económico. En cambio parece existir, también en base a la experiencia histórica pasada y actual, un cierto consenso entre los demógrafos y los economistas en afirmar una correlación entre el crecimiento económico y un constante, pero moderado, crecimiento demográfico. No en vano la encíclica "Caritas in veritate", ciertamente a favor de la vida, habla de la necesidad de "presentar la debida atención a una procreación responsable" (n. 44), es decir no de modo desordenado.

Un drástico e infrenable calo demográfico ha acompañado siempre las épocas de declinación de las diferentes civilizaciones. A menos que -si ocurriese que un gran país no llega a encontrar en sí mismo la esperanza en el futuro y las condiciones que llevan a tener más hijos, al menos para conservar el equilibrio demográfico- no haya una apertura en modo humano y correcto a las inmigraciones de otros pueblos, como está ocurriendo en Italia en un modo por ahora bastante contradictorio y espontáneo. Pero también esta solución no será sin dolor, como hemos tratado de demostrar, y requiere visión de futuro y valor, que hasta ahora en Italia no parece que seamos capaces de encontrar.

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> La Civiltà Cattolica

La revista de los jesuitas de Roma en la que se publicó la reseña:

> Declino demografico e immigrazione in Italia

Y el texto completo de la misma, reproducido por gentil concesión de la revista:

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> Un piano Marshall per lo sviluppo globale

Entre los artículos de Ettore Gotti Tedeschi en "L'Osservatore Romano" este del 31 de enero del 2010, se refirió en particular a la relación entre crisis económica y migración:

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Mientras que este es el último golpe del profesor Giovanni Sartori contra la Iglesia católica por su apoyo a la natalidad, en el "Corriere della Sera" del 9 de agosto del 2010:

> La crescita demografica non fa bene all'economia