Mensaje de la Conferencia Episcopal Peruana: ROL DE LA IGLESIA CATÓLICA EN LA AMAZONÍA PERUANA

Por Jucecm

Como Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana y Arzobispo de Trujillo, deseo destacar puntos sustanciales que resumen varios sucesos ocurridos en los últimos días en nuestro país y que tienen que ver con nuestra acción pastoral.

1. El Concilio Vaticano II, en la Constitución Pastoral "Los Gozos y Esperanzas" señala que "(...) La comunidad política nace, (...) para buscar el bien común, en el que encuentra su justificación plena y su sentido (... pero) cuando la autoridad pública, rebasando su competencia, oprime a los ciudadanos, éstos no deben rehuir las exigencias objetivas del bien común; les es lícito, sin embargo, defender sus derechos y los de sus conciudadanos contra el abuso de tal autoridad, guardando los límites que señala la ley natural y evangélica". (Nº 74)

2. El Papa Paulo VI indica que "entre evangelización y promoción humana existen lazos muy fuertes (y por tanto...) no es posible aceptar que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor hacia el prójimo que sufre o padece necesidad" (EN Nº 31). Así mismo, los obispos latinoamericanos afirman que "...la tarea esencial de la evangelización incluye la opción preferencial por los pobres, la promoción humana integral y la auténtica liberación cristiana" (DA Nº 146).

3. La Iglesia está en el mundo para construir la paz, protegiendo la Creación, así lo señala Benedicto XVI: "... el Papa Juan Pablo II llamó la atención sobre la relación que nosotros, como criaturas de Dios, tenemos con el universo que nos circunda. "En nuestros días aumenta cada vez más la convicción -escribía- de que la paz mundial está amenazada, también [...] por la falta del debido respeto a la naturaleza", añadiendo que la conciencia ecológica "no debe ser obstaculizada, sino más bien favorecida, de manera que se desarrolle y madure encontrando una adecuada expresión en programas e iniciativas concretas" .

4. Así mismo "el llamamiento de Juan Pablo II en 1990 se hace hoy todavía más apremiante ante las crecientes manifestaciones de una crisis, que sería irresponsable no tomar en seria consideración. "¿Cómo permanecer indiferentes ante...la contaminación de los ríos y de las capas acuíferas, la pérdida de la biodiversidad? (...) ¿Cómo no reaccionar ante los conflictos actuales, y ante otros potenciales, relacionados con el acceso a los recursos naturales? Todas estas son cuestiones que tienen una repercusión profunda en el ejercicio de los derechos humanos como, por ejemplo, el derecho a la vida, a la alimentación, a la salud y al desarrollo" .

5. Fieles a nuestro fundador, Jesucristo, desde sus inicios la Iglesia ha puesto en práctica el mandato de Jesús: "Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Noticia a toda la creación" (Marcos 16,15). Esta conciencia de la misión universal (global) de la Iglesia ha movilizado a lo largo de la historia a numerosos misioneros y misioneras (Sacerdotes, Religiosos, Religiosas y Laicos), quienes dejando sus propias naciones y familias, han llegado hasta nosotros para estar al servicio del Evangelio de Jesucristo en nuestro país. Son muchos los motivos para agradecer el aporte que han brindado y lo siguen haciendo en los diversos campos de la acción evangelizadora de la Iglesia, especialmente en el campo de la defensa de la vida y el medioambiente.

6. Es Jesús quien nos llama a mirar a la humanidad en su conjunto y a la Creación como "casa común" para reafirmar su relación armónica y solidaria. Por eso la Iglesia afirma que "el Dios de la Vida encomendó al ser humano su obra creadora para que la cultivara y la guardara (Gen 2,15) (...) y mientras andaba por los caminos de su tierra, no sólo se detenía a contemplar la hermosura de la naturaleza, sino que invitaba a sus discípulos a reconocer el mensaje escondido en las cosas" (Cf. Lc 12, 24-27; Jn 4,35, DA 470).

7. La presencia de la Iglesia en la Amazonía no es nueva. Son cinco siglos acompañando la vida de los pueblos, presencia que ha sido posible gracias a los misioneros y misioneras que, en su mayoría, provenían de países hermanos. Los Vicariatos Apostólicos de la selva fueron creados para continuar con la evangelización de los pueblos, para promover su cultura, mejorar su salud y educación, cuidar la naturaleza, obra del Creador. Como dice Aparecida: "Por eso, como profetas de la vida, queremos insistir que en las intervenciones sobre los recursos naturales no predominen los intereses de grupos económicos que arrasan irracionalmente las fuentes de vida, en perjuicio de naciones enteras y de la misma humanidad. Las generaciones que nos sucedan tienen derecho a recibir un mundo habitable, y no un planeta con aire contaminado". (DA 471).

8. También debemos manifestar que la Conferencia Episcopal Peruana ha desempeñado y desempeña un rol importante en el proceso de diálogo entre el Estado y las comunidades indígenas, como fue el caso de la invitación del Estado a participar como observadores en el Grupo Nacional de Coordinación para el Desarrollo de los Pueblos Amazónicos (RS 117-2009 PCM). En este contexto es importante que se reabran las mesas de diálogo tal como lo pidieron los Obispos de la Amazonía al Presidente de la República, Dr. Alan García Pérez, el 5 de marzo del presente año.

9. Así mismo, es necesario resaltar la participación activa de los Obispos Vicarios Apostólicos de nuestra amazonía con el apoyo de profesionales de las mismas Jurisdicciones Eclesiásticas, de la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS) y del Centro Amazónico de Antropología y Acción Práctica (CAAP), en la búsqueda de la solución pacífica de los conflictos m socio ambientales.

10. Reiteramos que la Iglesia, desde su misión evangelizadora, promueve la paz y el desarrollo humano integral. Queremos ser testigos creíbles de Jesús, Buen Pastor, quien afirma de sí mismo "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud" (Juan 10,10).