Mensajes en una botella

Publicado el 31 marzo 2011 por Carmentxu

Mensajes en una botella, frente a las costas de Lampedusa (AFP)

Mientras el paro continúa su escalada imparable, y lo que queda, continúa la lluvia fina de bonus a ejecutivos con que se premian los directivos a sí mismos por reducir pérdidas, obtener beneficios o, simplemente, por aprovechar las subvenciones y ayudas públicas que evitan el precipicio. La manera más rápida y efectiva sigue siendo, en esto no se innova, despedir trabajadores. El resultado es que las empresas aumentaron sus beneficios el año pasado y, a pesar de ello, redujeron plantilla. Despedir se ha convertido en sinónimo de éxito y, aquí, siempre andamos escalando las más altas cotas de la miseria, como Marx (no Karl, Groucho).

El resultado son unas plantillas escuálidas, exhaustas y asustadas, percibidas como el enemigo a combatir porque engulle los beneficios, el malus de la película. Tiempos de tiburones, de depredadores de personas que engordan convirtiendo consumidores en parados, otra clase social, sin proyecto de futuro a corto y medio plazo ni perspectivas de mejora o de, simplemente, continuidad. Pero siempre hay algo que escapa al sistema. Un chico ruso ha encontrado en una playa de Kaliningrado una botella con un mensaje en su interior, enterrada en la arena, que echó al mar un niño alemán hace 24 años. El espíritu de las redes sociales se adelantó dos décadas. Y los malus (los que creemos que recortar plantillas es la clave del fracaso, no del éxito) somos cada vez más y hemos empezado a comunicarnos y a compartir. El mar se ha llenado de botellas que arrastran las mareas en todas direcciones. Los bonus no lo entenderán nunca. Y podría ser peor. Podríamos ser Italia.