Ya sabéis (y si no os lo digo ahora) que en un par de semanas, a partir del 21 de Noviembre hasta el 24 tengo exámenes. Pero como me suele pasar, siempre tengo ganas de hacer algo cuando no tengo tiempo o estoy colapsada por otras cosas, así que aquí estoy; y aunque ahora mismo no pueda pasarme por vuestros blogs para leer y comentar vuestras entradas, lo haré en cuanto termine esta tortura.
Pero no es de mis exámenes de los que venía a hablaros. Sino de algo que he visto en un programa de televisión mientras comía. Seguro que todos conocéis el famoso programa 'mentiras en la red', que ahora se emite en Dkiss (en España). De vez en cuando lo veo, pues suele ser de parejas que quieren descubrir si su cibernovix son reales, y me parece entretenido. Pero la historia de hoy era completamente distinta y me ha calado muy hondo.
La cosa es, que una niña de trece años vive alejada del pueblo, a la entrada del bosque. Su padre es policía y muchas veces tiene que hacer turnos hasta altas horas; su hermano va a la universidad y apenas pasa por casa. Así pues, su padre decide ponerle Internet a la niña para que pueda hablar con sus amigos aunque sea a través de la pantalla y no se sienta tan sola.
Como suele pasar a esa edad, conoce a un chico. Habla mucho con él, le parece super interesante porque es mayor que ella por unos pocos años, y se convierte en poco tiempo en su mejor amigo. Llega a darle incluso su teléfono y a tener largas conversaciones con él también por este medio. Cuando su padre se entera de que el susodicho tiene dieciocho años, le prohíbe hablar con él, pero obviamente, como cualquier preadolescente, no le hace demasiado caso.
Aún así la joven se pone a buscar chicos de su edad, y conoce a uno de catorce años del que se enamora locamente (esos enamoramiento de la primera semana de conocerse), y con el que empieza a salir virtualmente poco después. A pesar de esto, la niña sigue hablando con el chico de dieciocho años, el cual 'se alegra mucho de que haya encontrado a alguien y sea feliz'.
Un día como otro cualquiera, la chica se despidió de sus dos mejores amigas en la escuela y volvió a su casa. Hizo sus cosas, sus deberes, y encendió una vez mas la pantalla del ordenador para hablar con su cibernovio, y esa fue la última vez que encendió una pantalla. El supuesto super amigo, de dieciocho años, era en realidad un violador y asesino de cuarenta y siete al que le había dado su dirección para poder mandarse fotos por correo. Se la llevó a un almacén y la violó antes de matarla y pegarse él un tiro.
Y os preguntaréis ¿porque te afecta tanto esto? lo vemos todos los días. Porque yo he sido una de esas adolescentes, algo mayor que esta niña pero no mucho, que también ha dado su dirección a desconocidos de Internet. Porque yo podría haber sido esta chica. Porque yo también tuve una época en la que me encerré con mis ciberamigos y cibernovios. Porque me siento tan identificada que me asusta y me duele a la vez.
Los niños, e incluso los adolescente son muy ingenuos. Por eso desde aquí pido a los padres que sean ellos los que los vigilen. Que se ocupen de poner un control parental a sus hijos que prohíba entrar en chats y que les permita ver con quien hablan y se relacionan. Porque si este padre lo hubiese hecho, tal vez esa niña ahora sería una adulta feliz.