La izquierda está acostumbrada a utilizar la mentira, el engaño y la estafa para alcanzar y conservar el poder. Ayer, con el acto organizado para el lucimiento de Sánchez, con preguntas acarameladas y público comprado, lo demostró de nuevo.
Son prácticas indecentes, como lo fue también el falso atentado contra la dirigente corrupta argentina Cristina Fernández de Kissner y las sospechosas balas enviadas en la pasada campaña electoral a Pablo Iglesias y Marlaska.
De todos los errores y agresiones antidemocráticas del sanchismo, las dos peores son sus mentiras y estafas reiteradas y su promoción constate del odio y el rencor para dividir y enfrentar a los españoles.
Se trata de dos brutalidades tan indecentes y antidemocráticas que destrozan la nación e inhabilitan al sanchismo para ejercer liderazgo alguno en España.
Las mentiras y engaños detectados en la carrera política de Sánchez, según cómputos periodísticos, se acercan al millar, todas ellas constatadas en la hemeroteca, de las cuales, más de trescientas los ha lanzado siendo presidente del gobierno, lo que los hace más graves y rastreras. El último engaño lo organizó ayer en la Moncloa, haciendo pasar por ciudadanos normales a un seleccionado grupo de partidarios, previamente aleccionados para que el presidente se luciera.
Ninguno de ellos le hizo las preguntas que el grueso de los españoles le harían, sobre temas como la inflación mal gestionada, la pandemia y sus respuestas chapuceras, las mentiras del poder, los socios del gobierno, todos ellos totalitarios y llenos de odio a España, las concesiones y regalos arbitrarios a sus socios separatistas vascos y catalanes, su asalto a la Justicia, el empobrecimiento de España, la pérdida de prestigio de España en el mundo, el precio de los combustibles, la liquidación de las clases medias, los impuestos abusivos que cobra su gobierno y un largo etcétera de iniquidades y abusos que lo han convertido en un ser odiado por la mayoría del pueblo español, como reflejan claramente las encuestas.
Francisco Rubiales