Cuando viajo a las grandes ciudades siempre me gusta dejarme caer por algún mercado, para ver qué se come por allí y los quehaceres diarios de los lugareños. En el caso de Budapest, además, se encuentra en un espectacular edificio construido, como no, a finales del siglo XIX, en la época más floreciente de su historia (Imperio austrohúngaro) en el boom arquitectónico que tuvo la capital con motivo de la celebración del milenio de la llegada de los húngaros a Europa (otros ejemplos son el parlamento, la avenida Andrássy, la línea 1 del metro o el parque Városliget, entre otros).
Dentro del pabellón podemos ver gran cantidad de puestos con los famosos chorizos y salamis húngaros, la panceta en todas sus variedades, el paprika o pimentón, los encurtidos, el famoso vino húngaro de Tokaj o Eger y demás productos típicos del país, debido a la gran cantidad de turistas que lo frecuentan y compran estos artículos para llevar en sus maletas (la barra enorme de salami Pick no puede faltar de vuelta a casa). No obstante, muchos húngaros también vienen aquí a hacer sus compras, por lo que no faltan las fruterías, verduras, carnicerías y pescaderías, con impresionantes mostradores que hacen que a uno se le abra el apetito al momento. No nos engañemos, la comida no entra por el estómago, sino por los ojos.
También están los típicos puestos de Langos (una masa frita en aceite y cubierta con una salsa de ajo, queso rallado y crema agria, muy hungarikum, si no deja el papel transparente no es un auténtico Langos), y puestos de ropa y menaje en el piso superior (que últimamente están siendo colonizados por dependientes chinos).
Es muy importante mencionar que el mercado cierra los domingos, y los sábados (el día más bullicioso) lo hace a las 3 de la tarde. Entre semana permanece abierto hasta las 5-6 de la tarde. Para los más madrugadores (sobre todo húngaros), abre a las 6 de la mañana. Se encuentra en Fővam tér, al lado de puente Szabadság y el comienzo de la calle Váci. No debería faltar en un vuestro viaje a Budapest.