Mercado de Chichicastenango. Guatemala

Por Javier Cabral

De todo, para las tres cosas que hay en la vida


Llegamos a Chichicastenango para visitar el famoso mercado, del que dicen: el más grande de Centroamérica.
El nombre tan largo y sonoro tiene dos partes, la primera está relacionada con una planta tipo zarza, utilizada en cercas. La segunda parte: “tenango” significa “lugar de”. Hay muchas ciudades que la tienen como parte del nombre, por ejemplo Quetzaltenango, es "lugar del quetzal", que es el pájaro nacional.

Ojo. Nuestro guía chofer nos alertó que, por la cantidad de gente no es recomendable llevar nada vistoso, joyas o cualquier objeto que pueda llamar la atención de los descuidistas. 

Un poco en guardia, sin documentos, con dinero en efectivo en un bolsillo con cierre y la de reglamento… la cámara, nos internamos entre las numerosas tiendas del laberinto de calles donde se puede encontrar de todo. Destacamos que no tuvimos ningún conveniente con la seguridad en nuestro recorrido, todos amables y buena onda. Como siempre, la cuestión es no facilitar.

Sin rumbo fijo, nos abrimos paso entre toldos y vendedores ambulantes que ofrecen tejidos típicos, pomadas que curan desde algún forúnculo en algún lugar vergonzoso hasta el malhumor de los lunes por la mañana, etc, etc. También hay una variada oferta de adivinos que en resumen ofrecen conseguir las tres cosas que hay en la vida, según aquella antigua canción: salud, dinero y amor. Lo original que escuchamos es lo concreto del ofrecimiento: “progreso económico en los Estados Unidos”. Esto tiene que ver con los miles de guatemaltecos que van a trabajar más al norte, quienes después de unos años se construyen grandes casas en poblados muy humildes.

La Iglesia de Santo Tomás. Sin preocuparnos de la salud, del dinero ni del amor, seguimos andando hasta que llegamos a una iglesia con una encantadora escalinata repleta de flores, muy buscadas para las ofrendas religiosas.  

Allí con mucho incienso, estaba un grupo que portaba un altar. Un chamán o algo así danzaba con un caballito en la mano, al son de instrumentos musicales. Era la iglesia parroquial de Santo Tomás, edificada de 1540 y según cuentan fue levantada sobre lo que fue una construcción pre hispánica. Estas ceremonias tienen mucho de sincretismo donde se mezclan ofrendas y cultos mayas con el cristianismo.Nos comentaron que las 18 gradas de la escalinata de la iglesia corresponden a los 18 meses del haab del calendario civil maya. No sé, debe ser una casualidad, pues lo lógico sería que fueran 20 gradas por los 20 meses del Tzolkin o calendario sagrado. Pero la matemática y la religión no siempre se llevaron bien.


En el interior de la Iglesia parroquial, en el piso, hay plataformas especiales para las velas. La gente avanza y retrocede de rodillas, repitiendo jaculatorias. Es un ambiente único en el que hay que tomarse un tiempo para grabar todos detalles.Luego de concluir sus ceremonias en la puerta de la iglesia, el grupo del caballito fue en procesión, con su música a otra parte, entre las casillas hasta la cercana Iglesia del Calvario. En esta iglesia como en muchas otras de Guatemala veneran al Señor Sepultado.

Compras. Y sí, compramos de todo, unas máscaras de barro con rostros mayas, manteles, individuales para todos los familiares, camisas blancas de algodón, cinto con dibujos. No estaba previsto pero en comer, rascar y comprar todo es cuestión de empezar. Ojo, como en todo mercado no hay que comprar de los primeros puestos, pues a medida que uno camina los precios van bajando. “Cuánto quiere pagar, acá no es como en el shopping”, “diga su precio” son las cantinelas que uno escucha al paso. No se sorprenda que algún producto que le ofrecen por 400, luego vaya rebajando hasta 100. Es para compradores pacientes.Algunas usan trucos como: “Usted al bajar del bus me prometió comprar algo”, “Si me compra le doy la bendición”, etc. Como no me bajé de ningún bus, no le compré y supongo que la segunda me dio lo contrario, pero seguimos en camino.


A pocas cuadras del mercado está el cementerio, muy llamativo por sus vivos colores.
No sé bien la razón, pero me encantan los mercados donde uno encuentra todo lo conocido y también puede llegara sorprenderse con las características locales. Uno puede andar libremente, conversando con los vendedores de los puestos o con los chicos que venden algunos productos. Por todo ello, la visita a Chichicastenango resultó muy gratificante.Así que ya sabe si necesita algo para la salud, el dinero o el amor… Chichicastenango le espera